A veces me pregunto que lleva a algunas personas a despegar los pies de la Tierra y querer tocar el cielo.

Llevar la vida al límite, tentar al destino y mirar de frente a la muerte con un gesto de desafío. Es una fuerza que les impele a ponerse a prueba despreciando las leyes de la naturaleza o quizás para entrar en comunión con ella, sintiendo que somos ese próximo paso evolutivo (o resolutivo) que no cree en las leyes universales de la termodinámica.

Pero nunca podrán decir en ese último segundo en que sus vidas pasaron como un relámpago frente a sus ojos, que dejaron un desafío sin retar, que no fueron un animal de tierra que aprendió a volar, ni se impusieron sus propios límites en un mundo encorsetado y lleno de normativas sociales, en el que la búsqueda irracional de una libertad, más simbólica que real, tacha a los salmones de locos por querer ir contra corriente.

Dan Osman nació en 1963 y fue un portento de la escalada y el salto de caída libre. Tiene dos récords guiness y era un especialista en el Speed Climbing (Escalar paredes a la máxima velocidad posible, sin cuerdas ni protecciones). Su amor por el riesgo le llevaba a hacer descuelgues en alturas de cientos de metros. Sin nada que lo sujetara a la pared, excepto sus dedos o sus piernas.
Murió en 1998 en el Parque Natural de Yosemite saltando un acantilado de cientos de metros, cuando su cuerda se enredó y se rompió por la fricción.


Atención al salto del min. 4.20.



 

 






Diariamente nos cruzamos con multitud de personas.

Viejas, jóvenes, fornidas, delgadas, bajitas...
Conoces aún más a lo largo de tu vida. Conocemos muchísimas. Y solo unos cientos entran a formar parte de nuestra reducida lista de gente conocida o amiga.

Pero solo en ocasiones muy contadas podemos encontrar a personas maravillosas, especiales, las que brillan con luz propia.

Para mí esas personas son aquellas que sobreviven por encima de todo, que su corazón no late lo suficientemente deprisa. Que miran al horizonte y donde la gente ve el final de camino, ellas ven un mundo por explorar.
Porque tienen hambre. Hambre de todo, de conocimientos, de paisajes, de lenguas, de aromas, de sonidos y colores inexplicables. Y ese ansia inclasificable por verlo todo, conocerlo todo y andar, andar siempre hacia delante, les consume y les asfixia cuando se encuentran encerrados en jaulas de oro.


Y la gente que les mira no les ve.
Y la gente que les ve no les mira.


No entienden, no comprenden, este motor imparable que necesita llevarte a los confines del mundo aunque sea descalzo.

Personas que pudieron morir jóvenes y quizás de una manera absurda, pero murieron como mueren los árboles, de pie.

Son mis héroes, mi inspiración, mi recordatorio de sueños incumplidos.

Arthur Rimbaud, Alejandro Magno, Cristopher McCandless, Alexandra David Neel...

 

 

 

A raíz de una reciente visita a la exposición del fotográfo Fazal Sheikz, he decidido poner un pequeño artículo sobre esas fotos que se quedan grabadas en nuestra memoria... que captan en un papel un segundo mítico, inolvidable y muchas veces un recuerdo amargo. Fotografías que forman parte de la historia.

Napalm Girl.

Esta foto fue tomada por un fotográfo vietnamita después de que un avión americano bombardeara con napalm una población de Vietnam del Sur. Esta imagen cambió en muchos aspectos la visión que tenían de la guerra muchos americanos.
La niña del centro, que corre desnuda, se llama Kim Phuc, y milagrosamente sobrevivió. Después de ser manipulada por su gobierno como emblema nacional, se trasladó a Toronto y es embajadora de la UNESCO, así como presidenta de una fundación que lleva su nombre y está destinada a ayudar a los niños víctimas de la guerras.





Tank Man


Durante la revuelta de la Plaza de Tiananmen, un hombre desconocido que llevaba unas bolsas de plástico en la mano, se hizo famoso como "El Rebelde Desconocido" al pararse frente a los tanques que el Gobierno chino había enviado para sofocar la rebelión popular. Se interpuso en numerosas ocasiones, mientras los tanques trataban de sortearle, e incluso llegó a subirse a uno de ellos e increpar al conductor del vehículo. Finalemente fue empujado por la mutlitud, pero fue considerado como un héroe y uno de los personajes más influyentes del s. XX por la revista Time.




La niña y el buitre

Tomada por Kevin Carter en el Sudán, esta foto ganó el premio Pullitzer, como muchas de las que pongo aquí, pero a diferencia del resto, ésta solo trajo desgracia a su autor, ya que recibió muchísimas críticas por su dureza y la pasividad del fotógrafo que esperó casi media hora a que el buitre desplegara las alas para conseguir una instantánea más sensacionalista. Kevin Carter acabó suicidándose en 1994.




Bonzo

Este monje budista (bonzos) fue el primero en auotinmolarse de esta manera y dar así el nombre a esta práctica. Protestaba por el trato recibido por los monjes por el gobierno vietnamita. Lo realmente impactante es que este hombre permaneció sentado y en silencio, sin inmutarse, hasta que murió completamente calcinado.




El Beso

Y como no quiero que todo sean desgracias, sino que también haya fotos hermosas para el recuerdo, aquí queda la famosa foto del beso, símbolo de la pasión y el deseo de vivir frente a la sin razón de la guerra. Aunque mucho se ha especulado sobre la posibilidad de un montaje, yo prefiero creer que fue un beso espontáneo entre dos desconocidos que saben que pueden estar disfrutando de sus últimos días.

Dedicada a Juls.



Lo sé.
Lo he dicho tantas veces que aburro.
Pero es que adoro a este artista inglés.
Adoro su sarcasmo y su fina ironía. Su sentido del humor, negro y ácido al más puro estilo de su patria. Irreverente, mordaz, escandaloso, original, atrevido, revolucionario… son muchos los adjetivos que se le podrían aplicar.
Cuando admiro su obra, me viene a la cabeza el título del libro de Juan Antonio Ramírez, “Graffitti: ¿Arte o Delito?"
Pero quizás lo que más admiro de este hombre es su empeño por permanecer en el anonimato, regalándonos a cuentagotas sus obras, esas que nunca sabes ni cuando ni dónde aparecerán.

God Save Banksy




















Hoy prometía ser un día estupendo.
Entradas de Teatro y cenita por el centro de Madrid.

Pero me ha llamado mi hermano para decirme que un buen amigo ha muerto.
Así. De repente, cuando menos te lo esperas.

Me he quedado con esa cara boba que se te queda cuando te dan noticias inesperadas. Y no puedo parar de pensar en pequeños detalles. La última vez que le vimos, las últimas risas que compartimos... y todas esas pequeñeces que se pasan por alto en el día a día pero cobran un valor simbólico según las circunstancias.
No es justo morir en viernes santo, porque ya ningún viernes santo será el mismo. Será el día en que perdiste a un ser querido. Y esa fecha bailará en tu calendario amenazándote con un dedo acusador.

El de las cosas que no dijiste, las que no viste, las que se te van olvidando, las que no vuelven...

Te abrazas más fuerte a la gente que quieres y las miras con otros ojos, esos que intentan atrapar hasta el último segundo como si fueran a desaparecer en un parpadeo.

Y vuelves a pensar en lo que todavía no has dicho, los paisajes que no has visto o lo sueños que no has cumplido, tomando consciencia, más que en ningún otro momento, que la vida son dos días y que no merece la pena estar enfadado con el mundo. Que debemos disfrutar hasta el último segundo y nunca separarte de alguien dejando en el aire una palabra de rencor.

Hoy no he puesto todavía mi efemérides y me alegro de no haberlo hecho:



TAL DÍA COMO HOY...



Murió Carlos Irázabal Puente, felimente casado y padre de un niño maravilloso, una persona noble y muy trabajadora, que se hacía querer por sus amigos y familiares.

Siempre tenías un abrazo para recibirnos y una sonrisa para un mal día. Bromista y alegre, las personas como tú deberían ser eternas.

Ahora sé de qué hablan cuando dicen que el corazón duele... esa sensación de ahogo y dolor agudo que no te dejar respirar.

El Rosses ya no será lo mismo sin ti, los partidos de dardos no serán lo mismo sin tu peculiar forma de lanzar, los chistes malos nunca harán menos gracia...




A Marco le gusta despertarse con la radio, los cigarrillos Chesterfield, las chicas de los vídeos heavys y las motos Harley. Presume de llevar gafas de sol a las 03.00 Am y solo hay una cosa que no soporta: las niñas pijas con tacones altos y bolsos de Tous.Hoy ha salido como de costumbre a dar una vuelta con su moto, consciente de las miradas femeninas que se clavan en su trasero embutido en unos Lee ajustados y al pasar por la portería se ha tropezado con Nadia, la hija de la portera, a la que ha dedicado un especial gesto de desdén, cansado de su boba mirada de niña enamorada desdibujado en su habitual rostro picado de acné y coronando un cuerpo pasado de kilos y encogido como un tentetieso.


Nadia adora las series animadas, los broches de fieltro, las canciones tristes y todo lo que sea de color rosa. Pero por encima de todo adora a Marco, el vecino del cuarto. Por el que se le van los ojos cuando le ve pasar. Pega la oreja a la puerta para estar atenta al ascensor y verle salir con el casco de su moto en una mano y su chaqueta de Iron Maiden en la otra, mientras finge hablar con alguien por el móvil para no entablar conversación. Nadia está acomplejada por su físico y desearía que nadie la mirara de arriba abajo cada vez que sale a la calle. Cuando ha sentido la mirada desdeñosa de Marco, el corazón le ha dado un vuelco y su cabeza se ha llenado de preguntas ¿soy horrible? ¿conseguiré que alguien me quiera? ¿merezco que me quieran? ¿soy buena persona? Y enfrascada en sus pensamientos no se ha dado cuenta de que ha quemado con la plancha la camisa favorita de Adela, la amiga de su madre, que ha prometido pagarle por planchar toda su ropa.



Adela, se separó hace años. No soportaba a su marido, un hombre frío y cruel que pocas veces le dedicó una sonrisa. La falta de amor y cariño en su infancia le empujó a entregarse a un hombre que no le correspondía, pero en el que ella vio su futuro. El desengaño y la desilusión le arrastró a un matrimonio malavenido que aún así engendró una hija, Violeta. La muchacha ha prometido presentarle a su nuevo novio y ha quedado para cenar con Adela esa misma noche.


Violeta vive sola desde los dieciocho. Huyó del hogar en cuanto pudo, ya que no soportaba los abusos de su padre y la indiferencia apática de su madre. De pequeña la amenazaban con tirarla a la basura y aquella “pequeña” broma se convirtió en el centro de sus pesadillas. Sueños aterradores llenos de bolsas plástico con bracitos inertes que sobresalían de entre las tiras de autocierre. Pero Violeta es una persona luchadora que nunca se da por vencida y mira a la vida con un positivismo exacerbado, tratando de autoconvencerse de que en la vida hay algo más que le depara felicidad. Pero hoy iba a presentarle a su madre a Héctor, su nuevo chico, y todo se ha ido al traste cuando su madre ha llegado una hora tarde, excusándose en nosequé problema con la camisa, y han perdido la reserva de la mesa y han tenido que trasladarse a otro restaurante cercano pero bastante más caro.


Héctor siempre fue un chico estudioso, callado y retraído que solía sentarse en la última fila. Miraba a las chicas populares con deseo pero nunca se atrevió a proponerles una cita, aterrado por la idea del fracaso, un concepto que su padre le había inculcado desde niño. “Siempre serás un fracasado”. Pero ahora Héctor tiene una novia guapa y lista que admira su inteligencia y le acompaña a sus campeonatos de bolos junto con su primo Adrián.Héctor le debe todavía a su primo el dinero que éste le prestó para su matrícula universitaria. Pensaba pagarle hoy el último plazo, pero inesperadamente ha tenido que invertirlo en pagar una cena costosa, ya programada, con la madre de su novia a la cual quería invitar, para empezar la relación con buen pie ya que ésta es muy importante para él.


Adrián es un estupendo jugador de bolos, adora toda clase de juegos y deportes, porque a él le encantan los retos. Se gastó buena parte de sus ahorros en una buena bicicleta de montaña con la que poder competir a nivel profesional.Esto no le hizo mucha gracia a su madre, Viviana, que le pide que colabore en casa ante la falta de ingresos ya que su padre murió hace años y la pensión no es suficiente para la manutención. Pero Adrián contaba con el dinero que su primo Héctor debía devolverle esa misma noche en un bar de copas en el que habían quedado y al que llegó tarde, junto con su novia Violeta, alegando que se lo devolvería la semana siguiente.


Viviana trabaja por las tardes en unos grandes almacenes envolviendo paquetes con papeles floreados y rosetas de celofán. Nunca sale por las mañanas más que para hacer la compra y nunca coge el coche si no es para hacer algo importante.Pero esa mañana Viviana ha tenido que salir para ir al banco y retirar dinero de una cuenta de ahorro ya que ha recibido varios avisos de corte de luz y su hijo no le dio el dinero prometido. No quiso presionarle con las malas noticias para que no se preocupara pero ahora Viviana está tan pendiente de su precaria situación económica que no sabe donde tiene la cabeza y con la mente en otros mundos no ha visto pasar al chico guapo de pantalones ajustados y cazadora de Iron Maiden que circulaba en moto por la calle perpendicular y se lo ha llevado por delante.


Un chico al que no había visto en su vida.





Nació Leopoldo II de Bélgica.


Y muchos diréis ¿Y quién es ese?


¿Un reyezuelo de tantos que saturan las largas listas monárquicas que aprender en la asignatura de Historia?


Pues sí… pero no… Y es que es indudable que a este rey la historia le ha tratado con magnanimidad, ya que pocas personas son capaces de recordar a este personaje, que bien debería sentarse a la diestra de tantos genocidas y dictadores.


Leopoldo II fue el propietario del “territorio privado” más grande de la historia, ya que se apropió para su uso y disfrute personal (y sería más correcto decir explotación) de lo que hoy en día sería la República Democrática del Congo.


Como dueño y señor de sus tierras impartía “ley” y justicia sin rendir cuentas a ninguna entidad política, que para eso era su jardín y él plantaba las flores donde quería.


Se enriqueció de la explotación y comercio del caucho y para elló no dudó en masacrar a millones de nativos. El número de muertos en este país supera al número de bajas totales de la primera guerra mundial. Amputaciones de miembros (una práctica desde entonces muy extendida en África) y la exclavitud llevada a su extremo más cruel y sanguinario.



Hubieron de pasar muchos años para que la Comunidad Internacional pusiera el grito en el cielo y convencida estoy que tenía más que ver con su fructífero comercio personal que con las condiciones que allí se daban.


Las repercusiones de su legado son más que evidentes hoy en día.


No me diréis…Desde luego nadie puede negarle a este hombre un sitio en la historia ¿no os parece?

 

 






¿Sabéis esas tartas llenas de nubes, gominolas y regalices que venden en las tiendas de caramelos y tienen una pinta estupenda?
Son un timo.
Te venden una fachada, prometen mucho y luego no son más que un corcho blanco con unas cuantas chuches sujetas con un palillo. Y cuando empiezas a comértelas te ves defraudado por lo que prometía ser y luego no fue.

Yo no quiero ser una tarta de gominolas. No quiero ser un corcho blanco lleno de caramelos. Y cuántas más cosas bonitas me digas, más gominolas estás añadiendo a mi gran pedazo de poliexpán...:(((((

Yo quiero ser… una cuajada! Con ese aspecto tan insulso, pero que luego está bien rica…

 

Pero ¿quién no cantó esto...? jajaja.... hala! karaoke! saca tu vena más infantil!






Esta saga fue escrita por Misuki y dibujada por Igarashi. Para nuestra desgracia un conflicto entre ambas por los derechos de autor nos ha dejado sin la reposición hasta día de hoy.

Lo que más me fastidia de esta serie es que tiene un final absurdo y descafeinado... ¿a que nadie lo recuerda? pues claro que no, entre eso y nada no había diferencia. Pero seguro que todos recordamos cuando está en el Hogar de Pony, cuando se separa de Annie, cuando muere Anthony, cuando se marcha a EEUU... pero vamos, que tragarte ciento y pico capítulos de dramáticos sucesos (de esos que de niña te dejan traumatizada) para al final descubrir que se queda soltera y para vestir santos, y que no hay ni un miserable morreillo... pues dime tú la conclusión que sacaste a tus ocho añitos... que las vas a pasar putas toda la vida, todo lo que quieres desaparecerá, cuando creas que todo va ir bien alguien vendrá a amargarte la existencia, y por supuesto... te quedarás solterona y reprimida.

Si es que no hay nada como la ficción para tener un poquito de realidad.

 

Hace quince años que Kurt Cobain decidió abandonar este mundo.
Líder de la banda americana Nirvana nos dejó para el recuerdo canciones tan emblemáticas como esta: "smells like teen spirit", con una de las letras más incongruentes del mundo del rock (tranquilo Jim Morrison, tú eres la excepción)




 


Tengo dudas. No entiendo como hemos podido sobrevivir hasta ahora las mujeres sin poner en peligro nuestra felicidad.

Ojeo una revista, una de esas con nombre glamuroso que te dicen todo lo necesario para ser una personita de éxito y ser el centro de todas las miradas.

En seguida comienzo a agobiarme al darme cuenta de todas las cosas que he pasado por alto hasta ahora:

Necesito comer verduras cinco veces al día, sin olvidar mi ración diaria de potasio, sales minerales, vitaminas, proteínas, hidratos (estos poquitos, claro), hierro y calcio. Tampoco puede faltar la soja, porque si no cuando me vuelva menopáusica, me volveré loca.

Beber dos litros de agua, no fumar ni beber alcohol, que envejece la piel.

Cuando llega el buen tiempo tengo que ponerme una crema protectora porque sino me saldrán manchitas. Y no olvidar las cremas de la cara. La que evita las patas de gallo, la que tensa la piel, la de las comisuras de los labios, la del cuello para que no me salga nunca papada, el cacao para que los morritos no se me agrieten... luego están las del cuerpo. La hidratante para tener unas piernas suaves, la anticelulítica para evitar la piel de naranja, la de las durezas para tobillos y codos, la de las axilas para que no se note la depilación, la de la barriguita para que esté plana, la de las manos para no parecer un camionero.

Luego está la keratina para las uñas, la mascarilla hidratante del pelo con germen de trigo y los emplastes de aguacate.

Por supuesto ir al gimnasio y prácticar yoga y pilates, y no olvidar la L-Carnitina antes de cada ejercicio, nada de escaleras mecánicas, sino las de toda la vida... para elevar glúteos.

Zapatitos de tacón, que estilizan, cintura alta si tengo barriguita y cuellos de pico si soy bajita.
Y por supuesto todo ello en esos "15 minutos" que te dicen que te dediques a ti misma todos los días.
Al final, he tirado la revista, deprimida y cabizbaja, asumiéndo que soy bajita, feucha y vulgar, y para consolarme me he comido una plato de pasta antes de fumarme un cigarro y beberme una copita de vino con helado de chocolate, mientras aletargo mi trasero en la silla del ordenador...


 

Hoy es un día como otro cualquiera, un buen día para un buen comienzo.
Y esto es lo maravilloso de los días insulsos y rutinarios, que de repente, en un inesperado giro de guión, los puedes convertir en especiales.
Adoro levantarme por las mañanas llena de apatía y mirar el cielo tratando de adivinar qué día es hoy... ¿verde? ¿blanco? ¿o será rojo como decía Audrey Hepburn?

Adoro esa película, yo de niña quería ser como Audrey en Desayuno con diamantes. Vivir en una casa sin muchas pertenencias, con un gato sin nombre, el teléfono en una maleta y una copa de champán en la nevera donde beberme mi vaso de leche en el desayuno.



Me gusta definir los días perfectos como días verdes. Y hoy quiero que sea verde botella, porque es mi color favorito.


Y como pretendo que sea habitual... ahí va mi efemérides del día.

TAL DÍA COMO HOY...

Nació Billie Holiday, una de mis artistas favoritas.

Aquí dejo "I´ll be seeing you" de la B.S.O. the The Notebook.