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Como bien señaló Anairo en la entrada anterior, había escrito una entrada que luego borré. Algo que me pasa bastante a menudo, pues mi apartado de borradores en blogguer está lleno de muchas que nunca publiqué y otras que llegué a hacerlo, pero enseguida me arrepentí.

Curiosamente hoy he leído un artículo en una revista sobre las “emociones” y como desde pequeños nos enseñan a ser “lógicos” y analizar minuciosamente cada una de nuestras decisiones desdeñando la emotividad. Equiparando la racionalidad a una conducta madura y fructífera.

Pensando sobre el hecho de mi entrada borrada y lo que he leído, me he dado cuenta de donde reside mi falta de adaptación a este mundo que demanda tanto análisis de nuestros actos.

No me considero en absoluto una persona racional, o por lo menos no me lo consideraba hasta hace poco, sino completamente pasional, emotiva y, como bien definió mi amiga María, “espumosa”.

No era extraño en mí escribir una carta, un mail o un sms con un simple arrebato de melancolía, nostalgia o cariño espontáneo. Unos buenos días por que sí, un te quiero de mediodía, o un “te odio pero te recuerdo”… simplemente porque quería hacerlo. Y no me planteaba si era lógico o políticamente correcto.

Pero en algún momento de este año algo ha cambiado y siento que no encuentro ya placer alguno en dejarme llevar por la emotividad y siento que poco a poco me voy integrando en esa gran multitud de “entes racionales”.

¿Cuántas veces hemos dicho “no quiero verte” pero en realidad queremos? ¿Cuántas veces hemos fingido desdén cuando por dentro nos decimos “no te vayas”? ¿Cuántas veces decimos que algo no nos importa y en realidad se nos está hundiendo el mundo por ese mismo hecho?

En el fondo siento que solo somos actores y el mundo es un gran escenario, en el que actuamos, bailamos, cantamos, recitamos… pero nunca nos dejamos arrastrar por lo que nos dicta el corazón.

Mi entrada hablaba del año tan horrible, feo y descorazonador que he tenido, pero en algún momento sentí que me estaba desnudando demasiado y decidí borrarlo. Y quizás ese miedo a la fragilidad expuesta sea el primer paso para la destrucción de ese ser tan poco adecuado para el mundo actual que yo era.

No sé si quiero ser parte de él, no sé si quiero seguir siendo directa y franca, pues he descubierto que no me aporta nada positivo. Pues la empatía emocional solo es productiva cuando alguien la comparte.
¿Alguien ve lo que yo veo?





Hoy me he pasado un buen rato mirando este cuadro. Al principio solo me parecieron dos chicas en un campo... pero entonces vi el cartel blanco que cuelga debajo de su cuello: "Pity the blind".
Que frustrante es darte cuenta que ya no hay nada que decir. Que cualquier reflexión o conclusión a la que has llegado, ya pasó hace tiempo por tu cabeza.
Que frustrante es darte cuenta de que no avanzas, de que siempre vuelves al punto de partida.
Que frustrante es sentirse permanentemente frustrado.
Que frustrante es llegar al punto en que no hay una perspectiva de futuro.

Necesito creer que hay algo más, pero no lo veo.
Quién pretende saberlo todo... no sabe nada.
Prefiero un enemigo inteligente a un amigo idiota.
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- ¿Qué es lo más bonito que te han dicho nunca?

- Te quiero.

- ¿Y lo más triste?

- Te quiero
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Frida es sin duda una de mis artistas favoritas. Y no porque crea que es una pintora especialmente virtuosa y con un talento extraordinario, sino porque pintaba desde dentro, desde lo más profundo de su corazón.
Tenía ese rasgo que hace mágicos a los artistas de vanguardias: pintaba el alma, el dolor, el amor..

Víctima de la polio en su niñez, acusó una malformación en su pierna durante toda su vida, dejándola levemente coja, pero lo peor llegó a sus diecisiete años, cuando un accidente en tranvía la destrozó la columna y la condenó a numerosas y dolorosas operaciones que se sucedieron durante toda su vida.

Postrada, recluida y víctima de un gran dolor físico, padeció aún más su imposibilidad de tener hijos.

Todo ello es narrado con desazonadora claridad en sus obras, reflejo de un espíritu atormentado, que trataba de pintar en brillantes colores (inspirados por su marido, el gran Diego Rivera) lo que sus contemporáneos denominaron: nueva pintura surrealista mexicana.

Pero su obra es sencillamente sincera, explícita, desnuda... no engaña al espectador, no busca el artificio. Es un grito desgarrador que solo deseaba encontrar consuelo.
EL ODIO Y LA VENGANZA NOS HACEN MUNDANOS, PERO EL PERDÓN NOS HACE EXTRAORDINARIOS
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Hoy me he levantado con mucha hambre. He abierto la nevera y he visto un maravilloso bote de nata y al momento esa palabra mágica ha venido a mi cabeza: tortitas!

Con el ansia de quien se muere de hambre y además es fan del dulce, me he puesto a hacerlas como una loca, y me han salido cinco.
Pero mira tú que en la última estaba más despistada, me he puesto a meter la ropa en mi mochila, ya que mañana me voy de viaje, y la quinta y última tortita se ha quemado.
Normalmente esta sería la primera que me comería, ya que queda arriba, y como está recién hecha y calentita, no deja que las otras se enfríen, pero cuando la he visto toda requemadilla y seca, la he apartado a un lado y me he comido las otras.

Y cuando he terminado las cuatro tortitas sanas ya no podía más, me salían por las orejas, asi que me he recostado en el sofá con lo que me quedaba del café y me he quedado mirando a la triste y solitaria tortita quemada y me ha dado mucha pena.

Esa tortita quería ser como las otras ¿que culpa tenía ella de que otra persona la hubiera quemado? ahora se iría al cubo de la basura, sin ninguna oportunidad, de manera injusta, sin haberlo merecido. Y allí estaba solita y sin nata encima de la mesa.

Pero luego he pensado... ya, pero tú has sobrevivido.
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¿hacemos lo correcto? ¿tenemos claras nuestras ideas? ¿o todo depende del cristal con que se mire?

Siempre que creo que he encontrado una verdad absoluta, surge una relativa que me recuerda que aquella no existe, solo distintas versiones de una misma película.

Ante el emergente movimiento ecológico que sacude nuestro planeta, se encuentra otro de carácter más social que empieza a cobrar fuerza.

No hay día que no veamos algo que nos recuerde que nuestro mundo se muere, que lo estamos matando. Ácidos, dioxinas liberadas, contaminación, tala indiscriminada, agotamientos de recursos naturales... el planeta entero es consciente de nuestra propia destrucción y hace lo posible por frenar el deterioro.
Para ello, gobiernos y organismos de toda índole se han comprometido en frenar la industrialización de las zonas más puras y menos "alteradas" por la mano del hombre.
y me parece bien, salvemos el planeta...¿no?

Pero esto ¿que implica?
Las zonas más vírgenes, que gozan de mayor riqueza natural, son aquellas más desfavorecidas. Precisamente es esa carencia de industria lo que las salvaguarda, pero también la que condena a la pobreza a los sectores más subdesarrollados de nuestro mundo.
Riquísimos en recursos naturales, son el punto de mira de las grandes compañías energéticas e industriales que se lucran de la explotación de petróleo, gas, madera, carbón... y nuevos descubrimientos como el Coltán, material básico en la fabricación de nuestras baterias de móviles. Si países como la República Democrática del Congo, ya sufrieron la "desgracia" de ser los máximos productores de caucho en el boom de la fabricación automovilística... ¿qué les espera ahora?
Y mientras los grandes magnates firman medidas de protección ecológica que suscriben el Protocolo de Kyoto, invierten sus fortunas en grandes fábricas y explotaciones en países "protegidos", sacando sus riquezas para mayor beneficio del llamado Primer Mundo, y dejando una pobre limosna en inversiones que poco favorecen a los ya de por si oprimidos.
Pero eso sí, no favorezcamos su industria, porque eso es anti-ecológico.
Y ahora son muchas las voces que dicen, que si queremos un mundo igualitario, deberíamos permitir y favorecer el desarrollo de los países más necesitados.
Y me parece bien. Igualdad de oportunidades para todos. ¿no?

Pero un momento...¿no es esto contradictorio? Si estoy de acuerdo en favorecer el desarrollo industrial de esos países, pero a la vez quiero proteger los pocos paraísos naturales que quedan... ¿en que me equivoco?.

Quizás los países desarrollados deberían aprender a que el mundo está lleno de buenas intenciones, pero no de buenos actos.

¿estamos dispuestos a quitarnos algo para darlo a otros por el simple hecho de hacerlo?

¿es justo que Europa y EEUU sean los que más contaminan pero le pidan a los que no lo hacen que salvaguarden el pulmón que nos da aire para respirar a costa del hambre y la miseria de otros?

¿es justo para nuestro planeta?

¿que es justo y que no?
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SI NO ACTÚAS COMO PIENSAS, VAS A TERMINAR PENSANDO COMO ACTÚAS.
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Violeta tenía un secreto, uno de esos que son reales porque lo guardaba solo para sí, nunca lo contó.
Tenía zapatillas de baile, aunque nunca la invitaron a bailar.
Un buzón de colores sin cartas.
Una barra de labios con sabor a fresa que no llegó a estrenar.
Un reloj de bolsillo para poder contar los minutos que no recuperó.
Un corazón de repuesto sin instrucciones
Un pañuelo de lágrimas que se podía lavar a máquina.
Un juego de café de una taza.
Una bandera por si decidía tener patria y una cruz por si decidía tener fe.
Un felpudo para todos los que no atravesaron la puerta.
Un teléfono que nunca funcionó.
Una llave sin cerradura, un zapato sin pareja, una flor marchita y un caramelo sin sabor.
Pero sobre todo tenía algo. Algo que guardó en un cajón lleno de recuerdos y en cuya tapa escribió:
“Devuélveme mi vida, ahora que no soy yo”
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Como dice Selma (Björk) en Bailar en la oscuridad, los musicales son películas maravillosas, porque nunca sucede nada malo en ellas (vale, exceptuando West Side Story).

La vida se ve de otra manera cuando es a través de un musical. Nadie baila como Fred Astaire, tan natural, tan coordinado, tan perfecto en sus movimientos.

Y por encima de su eterna pareja de baile, Ginger Rogers, yo siempre me quedaré con la felina Cyd Charisse, sus piernas kilométricas, su belleza salvaje y su energía desbordante a la hora de bailar.

Hoy me apetece regalaros este vídeo.




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Hace unos días vi un documental muy interesante. Se llamaba “Pecados de mi padre” y trataba sobre la vida de Pablo Escobar, el famoso narcotraficante colombiano.
Lo interesante del reportaje era que estaba contado desde el punto de vista de su hijo, un joven que ahora ronda la treintena y que pretendía hacer una revisión sincera y objetiva de lo que su padre había sido y significado, no solo en su vida, sino también en la de la población colombiana.

Me estremeció mucho su honradez, su valor a la hora de defenderle como buen padre y persona amante de su familia, a la vez que condenaba sus actos, tan reprobables, como la extorsión o el asesinato.

Con todo ello, quería tender una mano de reconciliación e invitar a los hijos de las víctimas de su padre a firmar una tregua y establecer un compromiso de paz y perdón mutuo.
Su carta, dirigida a éstos, me conmovió muchísimo, porque estaba llena de dolor y sentimiento de culpa y me dejó pensando el resto de la noche en nuestra particular visión del amor y del odio.

Sigo creyendo que solo odiamos a quien previamente hemos amado. Y quizás porque nunca les dejamos de amar, no nos perdonamos y los odiamos.
Pero también me hizo ver que hay personas que nos resultan nocivas y sin embargo son terriblemente benéficas para otras.

Y respetar esto, permitirlo sin interferir en ello, aceptar que quien es malo para mi, puede ser bueno para otra persona que quiero, es seguramente una de las verdades más duras de aceptar. Para mi y para cualquiera.
Asi que pensaré en ello.
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Yo tenía 5 y tú 6

Y saltaba en los charcos y llenaba botes de mermelada con agua de playa mientras me alimentaba de cuentos y castillos de arena mojada.
Tú me decías que el mundo se acababa en la línea del horizonte, donde los barcos desaparecían y las gaviotas volaban y, claro está, yo te creía, te miraba embobada, pues adoraba tu risa y tu mirada serena
Siempre me decías, que al morir, viviríamos en una estrella.
Llegaste en enero, te fuiste en abril.

Habrían de pasar siete años más para saber de ti.



Yo tenía 12 y tu 13

Yo seguía viendo duendes y hadas tras los recodos, pero tú me mirabas ausente, con expresión de incordio.
Si me besaste, si te besé, si deseaste hacerlo o reprimiste un “tal vez”, no me di cuenta. No más de cien.
Sufría la intensidad del amor, como solo la sufren los adolescentes, lleno de pasión y vacío de mente.
Anhelante como el hambre pero tenso como la cuerda de un violín.

Habrían de pasar otros siete años para volver a saber de ti.



Yo tenía 19 y tú 20

Fui a esperar tu tren y creo que entonces me viste por primera vez. Como si antes no hubiera existido, como si hubieras olvidado los juegos compartidos. Pero tus ojos eran de gato, de soldado experimentado, me dijiste que no me recordabas, pero sentí que tus manos temblorosas te habían delatado. Si me besaste, si te besé, no recuerdo cuántas fueron, quizás más de cien.
Te sentí con la misma intensidad que el viento del sur. Ese que llegaba cargado de canciones extrañas, de aromas exóticos, que venía de improviso para dejarte olor a mar, pero desaparece empujado por el frío invernal.
Me quisiste o tal vez no. Me extrañaste o tal vez no. Me encadené a mi corazón como la flor a su jardín.

Pero habrían de pasar diez años más para volver a saber de ti.




Yo tenía 30, tú 31.


Te casaste, me casé y me recordaste aquella estrofa que alguna vez te canté: ¿Qué será de nosotros, cuando nos vayamos y otros ocupen nuestro lugar?
No entendías que todavía creyera en la magia, en los bosques encantados, que creyera que tú y yo nos habíamos estado esperando.
Con la traición de los amantes condenados, con el sigilo del ladrón escarmentado, nos unimos en un temor a despertar sin haber soñado. Con el reloj de nuestras horas miserablemente hibernado.
Si te supliqué, si me suplicaste por última vez, no lo recuerdo. No más de cien.
Seguiste tu camino hacia la rutina, hacia la última página del libro, la que dice FIN.

Habrían de pasar otros diez años, para volver a saber de ti.




Yo tenía 40 y tú 41

Soñamos nuestros sueños a través de nuestros hijos. Los amamos, los quisimos con la esperanza de pervivir en ellos. La cautela reemplazó nuestra pasión inicial, la que nos decía que todavía había marcha atrás, la que susurraba todavía hay tiempo, y con la mirada resabida de los que se creen perfectos, mitigamos nuestro dolor en la alegría del reencuentro.
Si te acordaste de mí, si me acordé de ti, no lo recordé bien.
No más de cien.
Con la angustia del desertor, o el miedo del vencido, nos separamos de nuevo, con nuestro orgullo herido.
Usamos la sonrisa forzada de comodín.

Y dejé transcurrir 20 años más para volver a saber de ti.



Yo tenía 60 y tú 61

Nos pesaba la vida cargada de sueños incumplidos, de deseos frustrados y un amor prohibido. Me reí, te reíste, lloré, lloraste.
Nos mirábamos sin entender los límites de nuestro abandono, el que nos hizo amarnos sin comprometernos a fondo sin entender que nuestro amor no fue una casualidad, que nos dejamos vencer por la desidia y la comodidad. Que dejamos un barco a la deriva, que ya nunca llegará a puerto, pues se perdió entre la bruma del mediodía, cansado y hambriento.
Nos miramos con la pena de quién pierde un ser querido, sin haberse despedido, sin haberse confesado. Con el ancla como un lastre a mis pies anudado.
No sé si te convencí.

Pero habrían de pasar otros 20 años para volver a saber de ti.




Yo tenía 80 y tu 81


Fue por una carta, una que me mandaste. Te lamentabas de lo pasado y lo que no me contaste. Que fue el miedo a tener lo que se pudiera perder, la debilidad de querer lo que puede desaparecer. Y ahora que parece que el tiempo se ha perdido, lloras por las lágrimas que debiste haber vertido.
Pero antes de que no puedas leer lo que te he escrito, me estoy riendo por la evidencia de lo que tú nunca has visto.
Tan simple es la realidad, que solo los niños la pueden contemplar. Los que llenan botes de mermelada con agua del mar y mojan su botas en los charcos recién formados.
Los que sueñan con vivir en estrellas y viajar sin descansar.
¿Es que no lo ves?


Ahora tenemos toda la eternidad…
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Hay algo en los desiertos que me cautiva.
Los grandes espacios me encojen, me trasladan a otros mundos, me señalan con un dedo como si fuera un organismo fuera de lugar. Solo en lugares abiertos de extrema soledad somos más conscientes de nuestra insignificancia, como un baño de humildad. Y esa es la magia de las grandes montañas, llanuras y, por supuesto, los desiertos.
Pero es que además, estas tierras áridas encierran algo misterioso y sobrecogedor: andan, caminan, se desplazan, tienen vida… y te cantan.
Solo existen 30 desiertos en el mundo que “canten”, y han sido muy estudiados por los geógrafos.
Uno de ellos es el de Namibia, un pequeño paraíso que me muero por visitar.
Aquí , la arena, finamente pulida, se desplaza por debajo de tus pies cuando caminas, resbalando sobre la cresta de la duna.
La superficie lisa y acristalada de los granos de arena se desliza una sobre otra creando una pequeña avalancha que roza como el arco en la cuerda del violín, emitiendo sonidos agudos y susurrantes.
En un paseo continuado parece acompañarte una suave melodía que ha dado lugar a numerosas leyendas entre los habitantes del desierto. En ellas nos hablan de espíritus que te cantan para desorientarte y llevarte al interior, donde la supervivencia es casi imposible.

Yo quiero ir al desierto, quiere contemplar como el paisaje cambia a mi alrededor sin moverme del sitio. Quiero que el planeta cante para mí mientras me pregunto si quiere bailar conmigo.




Esta mano es obra de un escultor chileno, Mario Irrázabal, y se encuentra en el desierto de Atacama.





No quiero ni imaginarme la cara de alguien que vaya caminando por ahí y de repente se encuentre esto sin saber de donde ha salido...jajaja
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Pues sí, pienso retomar el blog. ¿por qué?
Porque me lo merezco, por que quiero, porque saca lo mejor de mí, porque lo necesito, porque quiero a mucha gente que postea en él y no la quiero perder y porque me da la realísima gana.

No pienso editar lo que escribí(NUNCA volveré a escribir aquí) porque me demuestra que soy una bocazas, que yo misma he dicho muchas veces que NUNCA es un concepto temporal que realmente no existe.

Creo que cuando algo me afecta siempre tiendo a autocastigarme, y eso se va a acabar.

He dicho.



Proximamente nuevas ...teorías :)
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Y esta teoría dice:

"La vida es un complejo entramado de vías y cruces. Las vías son decisiones ya tomadas. Los cruces, son puntos de inflexión.
Y cada punto de inflexión ha condicionado tu decisión"

Hace tiempo alguien me preguntó por esta teoría, y dije que en algún momento la contaría, mas que nada porque esta teoría implica un fin.
Nuestra vida está llena de puntos de inflexión, aquellos que han marcado nuestras decisiones, nuestro carácter, nuestra concepción misma de lo que nos rodea. No son experiencias pasajeras que olvidamos, sino que permanecen ahí... escondiditas en el cajón de nuestros recuerdos. De vez en cuando asoman y nos cuchichean al oído, para no olvidar, para recordar porque somos lo que somos.
Todos los puntos de inflexión tienen fechas concretas, otras cosa es que las olvidemos.
Las mías son: algún mes del 1981, 2 de junio de 1992 y 20 de febrero de 1997.

No son ni malos ni buenos... son episodios de aprendizaje que no debemos ignorar.

Y siento que se acerca un nuevo punto de inflexión y que es mi deber deciros que Mallory ya no tiene cabida en mi mundo, y en consecuencia ha fallecido.
Hace exactamente un año comenzó a dejar por escrito sus impresiones, nació con un propósito definido. Si bien no lo ha conseguido, me ha enseñado algo muy importante... Somos lo que somos, para bien o para mal. No hay segundas oportunidades, no hay vuelta atrás, no hay esperanzas... y sí tremendas desilusiones que te enseñan que la vida no se vive, se sobrevive.

Aún así gracias por darme esta oportunidad.

No volverá a escribir en este blog. NUNCA.

Se despide de vosotros con amor y cariño. Muchos besos y sed felices.


Mallory Knox / Autora del blog
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Todo es diferente con flores.
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Es sorpendente el cariño que le puedes coger a una persona que no conoces fisicamente, pero esas cosas suceden, porque hay quiénes nos cautivan con sus palabras.
Y pekelotta es una de ellas. Siento en el alma que su blog haya desaparecido, respeto profundamente su decisión, pero me da pena saber que ya no podré leerlo... o releerlo, porque imprimía sentimiento a lo que escribía, y lo hacía desde el corazón.
Había algo mágico en sus textos, cercano a la poesía, muy cotidiana, muy sincera, de esa que te hace pensar y te llevas a la cama antes de dormir.
Espero que quizás un día después de algunos años nos encontremos casualmente en alguna heladería o en un café, y te oiga decir algo bonito y diga para mí misma: yo conozco esas palabras... son de mi pekelotta, porque solo ella se expresa así...

Sé que ya no leerás esto, pero esperaré impaciente a que te devuelvas a la vida cibernética y de nuevo nos regales un poquito de ti. Hasta entonces, te deseo lo mejor.

Muchos besos.
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Bueno, ya lo sabéis, soy frikie -oscars...en verdad soy frikie festivales de cine o frikie-cine, en general, pero cierto es que ninguno tiene tanto prestigio como este, porque a partir de ese momento en que has optado a una estatuilla ya no eres fulanito Menganonshon, sino "The academy nominee Fulanito Menganonshon".

Un día lo haré de mis favoritos, la Berlinale o Sundance, que no tienen tanta repercusión pero los considero más lúcidos a la hora de otorgar premios.

Por encima de tanto despliegue de lentejuelas, corsés apretadísimos y kilos de maquillaje, diré que estoy de lo más descontenta. Me fastidia quedarme en vela toda la noche para ver un espectáulo de cine y encontrarme este cutre concurso con chistes fáciles.

Por favor, devuelvannos a Hugh Jackman. ¿Acaso no les dijo nada que fuera el primer presentador de la gala que fue ovacionado con una puesta en pie en su primera aparición en el escenario?

¿Y como es posible que hayan relegado al oscar honorífico a ese segundo plano? ¿es más importante llevarte un premio a la peli del momento y que quizás mañana nadie recuerde, que a una carrera entera dedicada a una profesión y plagada de éxitos?

Privar a Lauren Bacall de su momento me ha parecido injustísimo.

¿Que ha pasado con el mejor guión a In The Loop? por dios, ¡pero si era brillante!

¿No había laca entre bambalinas para Sarah Jessica Parker o Jennifer López?

No entiendo que los críticos solo tengan ojos para las súper mega estrellas...¿es que ninguno vió la guapísima que estaba Vera Formiga?

Me quedo con la buena planta de Gerard Butler, que siempre alegra la vista, el premio merecedísimo a Cristoph Waltz por Malditos Bastardos, la cara de bobo de James Cameron cuando el oscar se lo llevó su ex-mujer (por fin una directora!....Jane Campion, va por ti!) y en general el descalabro de Avatar... que nunca fue fruto de mi devoción, con ese mensaje ecológico remanido, final previsible y de sentimentalismo fácil. Puro cine... pero poca interpretación y guión pobre.




Y os dejo la imagen de Lauren, bellísima, y con esa gloriosa frase que le dedica Humphrey Bogart en El Sueño Eterno: "General, tenga cuidado con su hija. Ha intentado sentarse sobre mis rodillas cuando estaba de pie"

jajajaja



P.D.: Os invito a conocer el blog de Susi, una de nuestras seguidoras, que ha echado a andar esta semanita y le deseamos lo mejor:
http://the-waiting-unknown.blogspot.com/

Besotes!
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¿No os ocurre que en algunas ocasiones se os plantean problemas que todo el mundo califica de nimiedades?

Obviamente, estos problemas no son iguales para unos que para otros, ni tienen la misma importancia para ti que para mí.

Y llega ese momento predecible en que alguien te dice "Todo tiene solución en esta vida menos una cosa", y pensamos "menudo imbécil el que formuló esa frase".

O no.

Porque de la misma manera en que La Cuadratura del Círculo es un problema matemático estigmatizado como irresoluble, nuestros problemas, para nosotros, también lo son.

Hoy en día se entiende que no se puede encontrar una fórmula que relacione el área de un círculo con el de un cuadrado, es decir, encontrar la cuadratura del círculo, y es junto con otros teoremas irresolubles, una cuestión que ha traído de cabeza a matemáticos desde los tiempos de la civilización Egipcia.

Pero señores, no nos engañemos, la cuadratura del círculo es posible. Porque lo que no dicen es que "no es resoluble mediante los instrumentos propuestos por Euclides", uno de los padres de las matemáticas, es decir: regla y compás, ya que con una simple ruedita se puede hallar.

Y de esta misma manera hemos de encontrar nuestra fórmula personalizada para la cuadratura del círculo y poner en nuestra vida nuestras propias reglas. Y no importan los instrumentos, pues ningún axioma matemático puede decidir si algo en ella tiene solución o no, ni por qué medios hemos de resolverlos.

Asi que a todos aquellos que penséis que estais en un callejón sin salida, y que el problema es irresoluble: dejad la regla y el compás y coged la calculadora digital.
Jo, ya lo sé que hace mucho que no cuelgo entrada, no paráis de decírmelo. Pero tenedme paciencia, el jueves y el viernes tengo exámenes y mi tiempo está dedicado por completo a los libros. A partir del fin de semana ya me podéis comer!

Besotes!
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Llevo una hora sentada en uno de los sillones de Frankie & Benny´s, ese lugar a caballo entre el fast food y el restaurante decente que, sorprendentemente, me gusta. Quizás sea por su decoración cálida o su música ambiental de jazz y blues. Quizás por el risotto de champiñones.

Me traen el té.
Intento probarlo, pero quema demasiado. Sigo leyendo mientras lo dejo enfríar.
Al cabo de un rato vuelvo a hacer una nueva intentona. Sigue quemando.
Entonces pienso en removerlo con una cucharilla.
Miro como el té va girando cada vez a más velocidad y pienso: ¿si lo muevo no le estoy transmitiendo energía? ¿la energía no es calor? ...entonces...¿lo estoy enfriando o lo estoy calentando?
Cuando tenemos frío nos frotamos los brazos, porque así generamos calor, por la fricción y el movimiento. Pero entonces ¿no debería pasar lo mismo con el té?
Claro está que la cucharilla es de metal. El metal es frío. ¿no se supone que dos cuerpos en contacto tienden a equilibrar temperaturas? Entonces, he de suponer que es mayor el frío de la cuchara que el calor que se transmite por el movimiento.
O lo que es lo mismo, si tengo calor, solo debo agarrar algo metálico.
Pero no, que tontería, los metales también absorben mucho el calor, para eso debería estar metido en el frigorífico.
Y mientras me estoy imaginando en verano, muerta de calor, metiendo cucharones de sopa en el frigorífico, alguien tose a mi lado.
Es el camarero.

Me he quedado sola en el restaurante, y se ha dado cuenta de que llevo veinte minutos removiendo y mirando fijamente el té que, íncreiblemente, ya está helado.

Una vez más siento que un momento de mi vida se ha quedado en el limbo.
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Y esta teoría dice: "Para vivir, hay que morir un poco cada dia"


Se dice, se habla, se rumorea... que Mitrídates, ese rey del Ponto que vivió allá por el 100 a.C. (año arriba, año abajo) tomaba pequeñas dosis de veneno a diario para volverse inmune y evitar así ser asesinado de la misma manera en que falleció su padre.
No es mala idea, pero sobre todo es una estupenda metáfora de nuestro devenir cotidiano.
Nada como recibir veneno todos los días y en pequeñas dosis, para que llegado el momento decisivo te des cuenta de que ya te volviste inmune a ellos.

Yo todavía estoy en ello, pero lo conseguiré...o moriré en el intento :)
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- Comenzar a ser diplomática.
- Ser menos orgullosa y más tolerante.
- Comprender que a la gente no le interesa lo que tengo que decir.
- Volverme humana.
- Entender que no siempre se gana.
- Desarrollar paciencia y ser menos curiosa.
- Aprender a decir NO.
Este año me he propuesto desafiar la mala suerte. Está claro que las viejas costumbres no siempre surten efecto asi que 2010 empieza sin uvas, sin braguitas rojas, sin anillo en la copa, sin pie derecho... pasaré por debajo de todas las escaleras y delante de los gatos negros. Romperé espejos y tiraré sal.
El destino se empeña en llevarme la contraria asi que... desafiémoslo.

Feliz año a todos!