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Tengo un bote.
Un bote lleno de palabras feas y horribles que evito a toda costa.
Este año me he dado cuenta de que “esperar” es mi nueva palabra fea y horrible.
Pues es la base de nuestra desazón, sea cual sea la causa.
Si suspendes un examen, esperas a que haya una segunda oportunidad. Si tienes un enfado en el trabajo, sufres esperando la llegada del día siguiente y el mal ambiente generado. Si te falta alguien, esperas a que vuelva. Si ya no puede volver, esperas a que el olvido mitigue el dolor. Cuando vives un periodo de angustia, solo esperas a que un hecho impredecible te saque de ese letargo. Si estás feliz, pareces vivir esperando a que algo malo suceda…
La vida es una continua espera. Para lo bueno y para lo malo.
Esperar.
Y solo en esos breves momentos en que te das cuenta de que ya no esperas nada, vislumbras algo de felicidad… hasta que algo nuevo sucede que te lleva de nuevo a esperar…