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Hoy me he levantado con mucha hambre. He abierto la nevera y he visto un maravilloso bote de nata y al momento esa palabra mágica ha venido a mi cabeza: tortitas!
Con el ansia de quien se muere de hambre y además es fan del dulce, me he puesto a hacerlas como una loca, y me han salido cinco.
Pero mira tú que en la última estaba más despistada, me he puesto a meter la ropa en mi mochila, ya que mañana me voy de viaje, y la quinta y última tortita se ha quemado.
Normalmente esta sería la primera que me comería, ya que queda arriba, y como está recién hecha y calentita, no deja que las otras se enfríen, pero cuando la he visto toda requemadilla y seca, la he apartado a un lado y me he comido las otras.
Y cuando he terminado las cuatro tortitas sanas ya no podía más, me salían por las orejas, asi que me he recostado en el sofá con lo que me quedaba del café y me he quedado mirando a la triste y solitaria tortita quemada y me ha dado mucha pena.
Esa tortita quería ser como las otras ¿que culpa tenía ella de que otra persona la hubiera quemado? ahora se iría al cubo de la basura, sin ninguna oportunidad, de manera injusta, sin haberlo merecido. Y allí estaba solita y sin nata encima de la mesa.
Pero luego he pensado... ya, pero tú has sobrevivido.
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Hoy me he levantado con mucha hambre. He abierto la nevera y he visto un maravilloso bote de nata y al momento esa palabra mágica ha venido a mi cabeza: tortitas!
Con el ansia de quien se muere de hambre y además es fan del dulce, me he puesto a hacerlas como una loca, y me han salido cinco.
Pero mira tú que en la última estaba más despistada, me he puesto a meter la ropa en mi mochila, ya que mañana me voy de viaje, y la quinta y última tortita se ha quemado.
Normalmente esta sería la primera que me comería, ya que queda arriba, y como está recién hecha y calentita, no deja que las otras se enfríen, pero cuando la he visto toda requemadilla y seca, la he apartado a un lado y me he comido las otras.
Y cuando he terminado las cuatro tortitas sanas ya no podía más, me salían por las orejas, asi que me he recostado en el sofá con lo que me quedaba del café y me he quedado mirando a la triste y solitaria tortita quemada y me ha dado mucha pena.
Esa tortita quería ser como las otras ¿que culpa tenía ella de que otra persona la hubiera quemado? ahora se iría al cubo de la basura, sin ninguna oportunidad, de manera injusta, sin haberlo merecido. Y allí estaba solita y sin nata encima de la mesa.
Pero luego he pensado... ya, pero tú has sobrevivido.