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No sé si hoy sabría definir mi estado de ánimo.

He aprovechado el día para hacer algunos quehaceres y salir con mi amiga de toda la vida a la busca y captura de un batido.

Como muchos sabeis trabajo en un restaurante. Un lugar mundano como cualquier otro por el que se pasea una curiosa fauna que algún día merecerán una entrada propia.
Hoy no parecía diferenciarse del resto de los días. Algo de rutina, cansancio acumulado y ninguna sorpresa inesperada.

Pero rondando las diez y media de la noche se ha producido un pequeño tumulto en la sala de la planta de abajo.

Una de mis compañeras ha subido horrorizada diciendo que algunos clientes se habían levantado de las mesas histéricos porque habían encontrado una rata paseando por debajo.

Sé que no debiera reirme por tal calamidad, pero me imaginaba la escena y cuánto menos esbozaba una sonrisa maliciosa.

Yo quería ver al culpable de tal alboroto.

Cuando he bajado a la sala de personal, caminando entre mis asustadas compañeras, he llegado hasta una silla donde reposaba una cajita de cartón.

- Está dentro. Jose Miguel la encerró ahí ¿deberíamos matarla? - me dijo una de ellas.

¿matarla? a veces me escandaliza como hay gente que utiliza palabras tan crueles con tanta ligereza.

Dispuesta a encontrarme al demonio encerrado en aquella caja, la he abierto. Y cual ha sido mi sorpresa cuando he descubierto a un pequeño y adorable ratoncillo que no debía medir más de 6 cm. Tenía un pelaje gris y suave, un hocico respingón y unos mofletillos adorables. Trataba de trepar asustado, moviendo sus ojitos hacia derecha e izquierda, con sus patitas menudas.

Me miró pidiéndome ayuda y me decidí a adoptarlo.

- Me lo llevo a casa.

He ignorado las miradas incomprensivas de mis compañeros que me han negado un miserable trozo de queso y me he echado la caja debajo del brazo.

Me he ido andando hacia el tren con mi nuevo amigo, entablando una divertida conversación por el camino, preguntándole qué nombre le gustaba más y si sería muy cruel encerrale en un terrario, o sería mejor dejarle en libertad en algún sitio seguro.

Pero cuando he llegado a la estación de Atocha algo trágico ha sucedido. Estábamos hablando tranquilamente cuando el pequeño ratoncillo ha empezado a tener unos extraños espasmos, le costaba respirar y movía las patas de una manera rara.
Finalmente, ha arqueado el cuerpo y la cola y he visto como soltaba un último y prolongado suspiro antes de caer muerto.

Seguramente alguno de los clientes debió pisarle porque ví que tenía la colita rota.

Y allí me he quedado un rato mirando al animalito que hasta hace bien poco correteaba feliz entre las mesas.

Seguramente su imprudencia se debió a alguna apuesta entre hermanos ratones que le desafiaron a abandonar su hogar y buscar aventuras entre esos gigantes.

Nunca había visto morir a nadie, ni siquiera un animalito. Había visto algunos muertos, pero no ese instante en que se les escapa la vida por la boca.

He levantado la vista y la gente seguía caminando tan tranquila ajena a aquella pequeña desgracia.

Pensaba en que había muerto solito y lejos de sus seres queridos, encerrado en una caja y sin la dignidad de la soledad, siendo observado por una extraña.

Mi felicidad se ha evaporado de repente.
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Estoy contenta. Nunca me hubiera imaginado que algunos de mis absurdos hobbies pudieran tener algún interés para alguien. Y cual ha sido mi sorpresa cando hoy dando un paseo por el Retiro he visto un curioso cartel.
En el se anunciaba que están preparando un libro de fotografías relacionado con el parque. Entré a hablar con la chica que atendía a los visitantes en el punto de información de la Cabaña del Bosque del Recuerdo y me comentó que buscan fotos casuales, de gente leyendo, durmiendo, viejecillos sentados en los bancos, niños corriendo... le comenté entonces que yo tenía álbumes de gente anónima, que me gustaba sacar fotos a las personas sin más. Curiosamente aquella chica tenía la misma extraña afición.
He quedado en llevarle algunas a ver si las encuentran interesantes. Quizás no las escojan. No soy buena fotográfa, solo una tarada con una cámara. Pero no sé por qué, me ha hecho ilusión.






Nunca he sido muy devota de mi ciudad. Reconozco que hay mucho de ella que me disgusta: su gente gritona, su suciedad, los pitidos de los coches... Sobre todo después de viajar al norte de Europa se me hace insoportable.

Sin embargo soy adicta al centro de Madrid, ese que por un lado me repele y por otro me fascina. Ver pasar su peculiar fauna por la calles es un pasatiempo estúpido pero entretenido.

Pero Madrid no solo esconde gente variopinta en cada una de sus esquinas. También esconde secretos, rincones mágicos y embrujados...

En la esquina de la Calle Conde Duque con el palacio de Liria, enfrente de ese encantador local llamado El Jardín Secreto, se levanta un edificio de nueva construcción que ocupa el espacio de la que antiguamente fue conocida como La Casa de los Duendes. Segun numerosas fuentes, ya desde el s.XVII, varios duendecillos habían ido haciendo acto de presencia a lo largo de los años, echando a sus habitantes: La Marquesa de Hornazas, el Clérigo Melchor de Avellaneda, la lavandera Perrín... Tal fue el revuelo que tuvo que intervenir el tribunal de la Inquisición, aunque no llegó a encontrar nada inusual. Hace unos años un equipo de Telemadrid se trasladó al bloque de pisos que hoy ocupa este lugar y algunos vecinos aseguraron que seguían viéndolos...O.O



También son muy conocidos los Fantasmas del Reina Sofía que se alza sobre el otrora Hospital de San Carlos. Por lo visto varios trabajadores del museo declararon haber visto fantasmas de monjas caminando por sus sótanos. Aunque hace tiempo yo anduve por allí preguntando y nadie dijo haber visto nada raro.


Uno de los fantasmillas más conocidos de nuestra ciudad es El Fantasma de la Casa de las Siete Chimeneas, actual sede del Ministerio de Educación y Cultura. Por lo visto esta casa sirvió en un momento de dado como reclusión para una hija ilegítima de Felipe II (según otras fuentes era su amante) y que murió de forma misteriosa siendo todavía muy joven.
Desde entonces muchos madrileños aseguraron haberla visto caminar vestida de blanco (que tipico ¿no?, XD), de un extremo a otro del tejadillo a cuatro aguas, entre las chimeneas y cayendo de rodillas al llegar al borde de la cornisa.


A esta casa también he ido en más de una ocasión a ver si me encontraba a la adorable fantasmita, pero a mi nunca se me ha aparecido (sigh)...


También he caminado mucho entre la Plaza de los Caños y La de la Paja, sorteando la iglesia de San Andrés y bajando hasta la Iglesia de San Francisco el Grande, buscando esas entradas secretas que dicen dan acceso a un auténtico laberinto de túneles subterráneos que utilizaban los judíos para huir cuando se veían perseguidos.


Pero de todos los entes curiosos y extraños de mi ciudad a mí los que me imponen respeto son los del metro de Tirso de Molina.
Por lo visto esta estación se construyó en el mimso lugar donde se asentaba el Cementerio del Convento de Nuestra Señora de la Merced. Y al más puro estilo poltergeist, los constructores decidieron mover las lápidas pero no los cuerpos.

La gente murmuraba que se oían lamentos y susurros en los ándenes y en el interior del túnel, asi que yo toda curiosona me fui para allá un día con mi cámara y mi trípode.
No tardó mucho en aparecer un guardia diciéndome que no se podían hacer fotos en el interior del metro.

- ¿como?... mucha gente hace fotos en el metro...
- Sí, pero no a nivel profesional, para eso hace falta un permiso.
- No soy profesional, solo estudiante, estoy haciendo un trabajo sobre el Madrid Mágico, he oido que aquí hay fantasmas.

Pensé que se reiría pero no lo hizo. De hecho su cara despertó más mi interés.
Entablámos una entretenida conversación al final de la cual (y he de decir que parecía avergonzado de su confesión) me dijo que ni él ni su compañero bajaban a los ándenes después de las 00.00. Se comían su bocata en la garita y por muchos ruidos que oyeran no salían, porque en muchas ocasiones habían oído gritos espeluznantes sin haber allí nadie.
La historia no me dió miedo, lo que me asustó fue su expresión...
Yo no he oído nunca nada. Tengo una amiga que vive en esta Plaza y me he bajado en esta parada en muchas ocasiones. Y si oigo algo raro, prefiero pensar que es mi subconsicente.



Por cierto... ¿quién se apunta a hacer una excursión nocturna al Pueblo de Alamin? está aquí en Madrid y dicen que está encantado...
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Me gusta el veranito, las terracitas, el frescor de los parques, las noches con copas de vino y música jazz.

Hace poco supe que una persona que me lastimó mucho en su momento ha acabado en la cárcel. 12 años. No quiero alegrarme, pero lo hago.

Otra que me hizo la vida imposible, murió. De esto no me alegro, pero no siento pena.

Sin embargo estoy convencida de que el tiempo es un gran aliado y pone a todo el mundo en su sitio. Tengo fe en ello, y por eso dejo las venganzas y el odio gratuito a la justicia divina. Esa que no existe, pero de vez en cuando aparece para cumplir su misión.

Últimamente no estoy nada creativa. Mi autoestima se viene abajo por cualquier tontería, pero en el fondo todos somos como la luna. Si hoy es menguante, mañana será creciente. Y en algún momento seremos Luna llena.

Me consuela saber que en el fondo todos sentimos y padecemos los mismos altibajos. No conozco a nadie que sea 100% feliz todo el año. Sin embargo lo que más me fastidia es poner a prueba mis principios, porque en los ataques de ira es cuando más se tambalean.

Soy frágil, soy un ramita que se doblega, una mirada ausente, soy luna menguante.

Pero ya es mañana y soy fuerte, soy indestructible, soy una armadura de acero, soy luna creciente.

Ya queda menos para la luna llena ;P



Feliz 18 de julio de 2009. Un día único e irrepetible en la historia.
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Me llama mucha la atención la enorme cantidad de artículos, reportajes y comentarios positivos que proliferan como setas en los últimos días sobre la figura de Michael Jackson. ¿me he perdido algo o hasta hace unos días este hombre era vilipendiado y asaeteado como un engendro de la naturaleza, pedófilo y derrochador?

Cierto, me olvido de algo. Está muerto.

Nunca se hizo tan evidente la frase de “si hablan bien de ti, es que has muerto”.
Ahora todo el mundo glorifica sus labores benéficas, que fueron muchas, y los periodistas pasan de puntillas sobre las declaraciones que desmienten aquello que fue una gran noticia en su momento.

Y creo que esto sucede porque la gente se siente más cómoda cuando se ve unida por las desgracias. Nos encanta el morbo, el sufrimiento ajeno y pensar que se ha perdido a una gran persona nos afecta más que si lo ha hecho una mala.

Me indigna (y asusta) esta manipulación informativa a la que nos vemos sometidos de continuo. Son los medios los que deciden nuestra vida, nuestros gustos, nuestra ropa, nuestros ídolos, nuestras ambiciones…

En el fondo me equivoqué al plantear uno de los puntos de mi programa electoral, y muy a mi pesar darle la razón a Young Guns.
No, no somos animales. Ya no lo somos. Hemos perdido esa inocencia y ese instinto natural.
Nos hemos contaminado y nos hemos convertido en nuestra peor invención.


En mi mundo será de ley… volver a ser salvaje.





Y quizás en añoranza a nuestros instintos más primarios, hoy os regalo una de mis fotografías favoritas:





Es obra de un gran fotógrafo llamado David Burnett y fue tomada en 1984 en el Campamento de Korem, Etopía.
Me conmueve hasta la médula, por mucho que la miro nunca me canso.
Nunca el amor de una madre se había hecho tan evidente en una foto, sin una palabra…
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Me parece muy curioso que haya gente que pueda sufrir miedo irracional a algunos objetos, situaciones o seres vivos… pero como todo en la vida, lo que somos es consecuencia de todo lo vivido.

Las fobias siempre vienen provocadas por una mala experiencia con el objeto de nuestro temor. Pero hay algunas que cuánto menos me han hecho reír.

Como puse en el post anterior, la Coulrofobia es bastante común, aunque no por eso menos rara. Se trata del miedo a los payasos. Lo curioso es que se ha multiplicado por diez en los últimos años, y esto se debe a la película It basada en la novela de Stephen King, y que trata sobre un payaso asesino.

He encontrado este vídeo sobre una mujer que sigue una terapia para superar esta fobia. Pobrecita, que ataque le da cuando ve entrar al pobre payaso…




Lo más curioso es que hay muchas personas que sufren de coulrofobia que al mismo tiempo tienen fantasías sexuales con ellos, por esa extraña asociación que se tiene del placer y del dolor.

Relacionadas con los traumas de mujeres con el pene masculino existe la Aulofobia (miedo a las flautas)… jajaja…. Perdón… o la Consecotaleofobia, miedo a los palillos chinos… asi como cualquier objeto de aspecto fálico.
También hay hombres que sienten miedo a lo que piensen los demás de que tenga su pene erecto, se llama Ityphallofobia.

Quizás estos mismos Ityphallofóbicos son Eurotofóbicos, miedo a los genitales femeninos, o Caliginefóbicos, a las mujeres hermosas.

Otras curiosas son la Araquibutirofobia (bastante más común de lo que podais creer) y que se trata del miedo a que las cáscaras de los cacahuetes se te claven en el paladar. Estos en el Rib´s deben de flipar…


Los Anablefóbicos son incapaces de mirar hacia arriba y los Dextrofóbicos tienen miedo a todo lo que se encuentra a su derecha, así que siempre se tienen que estar cambiando de sitio.

Lo que si me parece una faena es ser Omfalofóbico, es decir, que te den miedo los ombligos, hasta el tuyo.
Es más entendible la Penterafobia, miedo a las suegras o la Coimetrofobia, miedo a los cementerios.

Me ha parecido super graciosa la Hippopotomonstrosesquipedaliofobia, que es el miedo a las palabras largas. Porque me imagino la cara del paciente a la hora de darle el diágnostico…

Sin embargo de todas ellas las más curiosas me parecen la Cobalfobia, miedo al número 555 (¿????) y sobre todo la Tetrafobia, miedo al número cuatro.

Y lo que me parece realmente curioso de la Tetrafobia es que está extendidísima en Asia, sobre todo en China, Japón, Corea y Taiwan. Tanto es así que hay muchos edificios que carecen de esta numeración en sus plantas. Los días 4, 14 y 24 están excluidos de las celebraciones importantes y el simple hecho de estar en el número 4, 44 o 404 de una calle hace caer en picado el valor de una casa.

Y esto se debe a que el número cuatro en estas lenguas se pronuncia Shi (o Sha en coreano), y aunque se escriba diferente, suena igual que Shî, que significa muerte.

Y ya se sabe que en muchos casos supersticiones y fobias van de la mano.



En verdad casi todo el mundo sufre algún tipo de fobia, por lo visto se calcula que la mitad de la población mundial tiene alguna, por pequeñita o leve que sea…
Yo confieso ser algo Cinofóbica, porque los perros me dan auténtico miedo, si son pequeños los aguanto, pero los grandes me dan pánico. Y no puedo cruzarme con uno por la acera, tengo que cambiarme… aunque no me pongo a gritar ni a patalear en el suelo (a no ser que se me eche encima, ahí directamente me da un infarto).

También hay obras de música clásica que me crean ansiedad y me dan miedo y no sé por qué. Si las escucho me entra el pánico y me echo a llorar (no os riaís), como por ejemplo Madame Butterfly de Puccini.

Lo curioso es que encontré un blog de un chico al que le pasa lo mismo. ¿No es genial cuando compartes tus rarezas aunque sea con una persona? eso te... hace más normal...XD
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Cuando era niña vivía rodeada de payasos.

Mi madre sentía auténtica devoción por estos personajes y pronto aprendí a diferenciar todas sus variantes: Arlequines, Pierrots, Trombos, Augustos, Vagabundos, Payasos de Soireé…

A mi alrededor pululaban toda suerte de muñecos de trapo, cuadros, cajitas, figurillas… todos con sus caras pintadas y sus trajes de colores.

Recuerdo en especial un Augusto con Pelota hecho de cristal de Murano que mi padre le trajo de Italia dos años después de haberse divorciado. Siempre tuvo un lugar especial en las baldas del salón.

Pero un buen día los payasos empezaron a desaparecer y la casa se quedó descolorida, cubriéndose las estanterías y las mesillas de polvo.

La alegre afición de mi madre se fue archivando en una caja de cartón y aún hoy dormita sucia y abandonada en algún recoveco del cuarto trastero.

Sin embargo de todos aquellos payasos, solo uno sobrevivió a la emigración forzada.
Un cuadro melancólico y desazonador obra del pintor Bernard Buffet y conocido como El payaso triste.

Es la única decoración de las paredes que una vez fueron blancas y mira inquietante al salón lleno de polvo.

A veces pienso que cada caracola que entra en mi casa es un payaso que no acaba en una caja.
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Internet tiene un peligro bastante significativo para los gatitos curiosos… y es que empiezas buscando como se escalfa un huevo y acabas leyendo sobre el mundo de las corrientes marinas o sobre como se planta la hoja de coca en las altiplanicies andinas.

Una cosa te lleva a otra, y nunca sabes donde parar… y así es como el comentario en la cena del pasado viernes de mi querida Mª Araceli del Pompillo ha derivado en una absurda investigación sobre el increíble e inesperado mundo de los cementerios.

Tengo que reconocer que me llamó mucho la atención cuando me contó que un amigo suyo había encontrado no sé que cosa en un cementerio de señales…
¿un cementerio de señales? ¿pero eso existe?

Pues parece ser y no solo de señales, sino también de puntos kilométricos, de barcos, de aviones, de molinos de viento…

Sin embargo el que me sigue llamando la atención es de las señales… ¿Qué tipo de señal has de ser para que se te considere digno de reposar en tan curioso lugar? ¿Qué pasa si eres un semáforo? ¿un semáforo es una señal de tráfico?

Según el código de circulación es una señal luminosa… si no te está permitida la entrada… ¿tienes una señal de stop que te detenga? ¿o te ceden el paso y te indican la dirección obligatoria para este tipo de cachivaches?

Otra cosa que me fascina de los cementerios ordinarios son los fuegos fatuos ¿alguien ha visto uno alguna vez?

Por lo visto son unas luces muy curiosas que aparecen sobre las tumbas. Durante tiempo se pensaba que eran las almas de los difuntos que salían de su reposo bajo tierra para caminar entre los vivos. Pero al igual que con mis maravillosas caracolas y sus llamadas desde el fondo del mar, un científico tonto ha querido darle una explicación más mundana: Por lo visto se debe a una inflamación de ciertos gases que desprenden los animales y vegetales en estado de putrefacción. Son pequeñas llamaradas que se mantienen flotando en el aire y a veces oscilan y retroceden.

Yo quiero ver un fuego fatuo, nunca he visto uno… ¿alguien se viene a un cementerio a buscar fuegos fatuos?... tiene que ser algo rechulo…

También me he decepcionado un poco al leer que los cementerios de elefantes son un mito. A mí eso de que eran animales que iban siempre al mismo lugar a morir, me parecía que tenía algo de melancólico y romántico. No sé. Tenía su gracia.

Ahora dicen que no tiene nada que ver con la famosa “memoria de elefante” sino que se debe a que viajan en manadas y mueren por falta de agua o azúcar en la sangre y no sé que historias… que la verdad no me interesan…

Yo prefiero creer que todos andan su marcha fúnebre con la cabeza alta esperando encontrarse con sus ancestros y que guardan su secreto celosamente para que despiadado cazadores de marfil no les descuarticen el esqueleto y que cuando pasa un tiempo se convierten en un fuego fatuo que caminan sobre cementerios de señales, barcos, aviones…




En mi búsqueda me he encontrado algunas imágenes de señales muy curiosas:




Esta la tenía que poner por que me ha hecho mucha gracia: XDDDD




¡Peligro! ¡Dragón suelto!... yo veo esto en la carretera y me muero..



¿pederastas sueltos?



No, si estrechar se estrecha...XD



Más claro agua..



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jajajajajaja ¡Que crack de tío!