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Como bien señaló Anairo en la entrada anterior, había escrito una entrada que luego borré. Algo que me pasa bastante a menudo, pues mi apartado de borradores en blogguer está lleno de muchas que nunca publiqué y otras que llegué a hacerlo, pero enseguida me arrepentí.
Curiosamente hoy he leído un artículo en una revista sobre las “emociones” y como desde pequeños nos enseñan a ser “lógicos” y analizar minuciosamente cada una de nuestras decisiones desdeñando la emotividad. Equiparando la racionalidad a una conducta madura y fructífera.
Pensando sobre el hecho de mi entrada borrada y lo que he leído, me he dado cuenta de donde reside mi falta de adaptación a este mundo que demanda tanto análisis de nuestros actos.
No me considero en absoluto una persona racional, o por lo menos no me lo consideraba hasta hace poco, sino completamente pasional, emotiva y, como bien definió mi amiga María, “espumosa”.
No era extraño en mí escribir una carta, un mail o un sms con un simple arrebato de melancolía, nostalgia o cariño espontáneo. Unos buenos días por que sí, un te quiero de mediodía, o un “te odio pero te recuerdo”… simplemente porque quería hacerlo. Y no me planteaba si era lógico o políticamente correcto.
Pero en algún momento de este año algo ha cambiado y siento que no encuentro ya placer alguno en dejarme llevar por la emotividad y siento que poco a poco me voy integrando en esa gran multitud de “entes racionales”.
¿Cuántas veces hemos dicho “no quiero verte” pero en realidad queremos? ¿Cuántas veces hemos fingido desdén cuando por dentro nos decimos “no te vayas”? ¿Cuántas veces decimos que algo no nos importa y en realidad se nos está hundiendo el mundo por ese mismo hecho?
En el fondo siento que solo somos actores y el mundo es un gran escenario, en el que actuamos, bailamos, cantamos, recitamos… pero nunca nos dejamos arrastrar por lo que nos dicta el corazón.
Mi entrada hablaba del año tan horrible, feo y descorazonador que he tenido, pero en algún momento sentí que me estaba desnudando demasiado y decidí borrarlo. Y quizás ese miedo a la fragilidad expuesta sea el primer paso para la destrucción de ese ser tan poco adecuado para el mundo actual que yo era.
No sé si quiero ser parte de él, no sé si quiero seguir siendo directa y franca, pues he descubierto que no me aporta nada positivo. Pues la empatía emocional solo es productiva cuando alguien la comparte.
¿Alguien ve lo que yo veo?
Hoy me he pasado un buen rato mirando este cuadro. Al principio solo me parecieron dos chicas en un campo... pero entonces vi el cartel blanco que cuelga debajo de su cuello: "Pity the blind".
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Como bien señaló Anairo en la entrada anterior, había escrito una entrada que luego borré. Algo que me pasa bastante a menudo, pues mi apartado de borradores en blogguer está lleno de muchas que nunca publiqué y otras que llegué a hacerlo, pero enseguida me arrepentí.
Curiosamente hoy he leído un artículo en una revista sobre las “emociones” y como desde pequeños nos enseñan a ser “lógicos” y analizar minuciosamente cada una de nuestras decisiones desdeñando la emotividad. Equiparando la racionalidad a una conducta madura y fructífera.
Pensando sobre el hecho de mi entrada borrada y lo que he leído, me he dado cuenta de donde reside mi falta de adaptación a este mundo que demanda tanto análisis de nuestros actos.
No me considero en absoluto una persona racional, o por lo menos no me lo consideraba hasta hace poco, sino completamente pasional, emotiva y, como bien definió mi amiga María, “espumosa”.
No era extraño en mí escribir una carta, un mail o un sms con un simple arrebato de melancolía, nostalgia o cariño espontáneo. Unos buenos días por que sí, un te quiero de mediodía, o un “te odio pero te recuerdo”… simplemente porque quería hacerlo. Y no me planteaba si era lógico o políticamente correcto.
Pero en algún momento de este año algo ha cambiado y siento que no encuentro ya placer alguno en dejarme llevar por la emotividad y siento que poco a poco me voy integrando en esa gran multitud de “entes racionales”.
¿Cuántas veces hemos dicho “no quiero verte” pero en realidad queremos? ¿Cuántas veces hemos fingido desdén cuando por dentro nos decimos “no te vayas”? ¿Cuántas veces decimos que algo no nos importa y en realidad se nos está hundiendo el mundo por ese mismo hecho?
En el fondo siento que solo somos actores y el mundo es un gran escenario, en el que actuamos, bailamos, cantamos, recitamos… pero nunca nos dejamos arrastrar por lo que nos dicta el corazón.
Mi entrada hablaba del año tan horrible, feo y descorazonador que he tenido, pero en algún momento sentí que me estaba desnudando demasiado y decidí borrarlo. Y quizás ese miedo a la fragilidad expuesta sea el primer paso para la destrucción de ese ser tan poco adecuado para el mundo actual que yo era.
No sé si quiero ser parte de él, no sé si quiero seguir siendo directa y franca, pues he descubierto que no me aporta nada positivo. Pues la empatía emocional solo es productiva cuando alguien la comparte.
¿Alguien ve lo que yo veo?
Hoy me he pasado un buen rato mirando este cuadro. Al principio solo me parecieron dos chicas en un campo... pero entonces vi el cartel blanco que cuelga debajo de su cuello: "Pity the blind".