La brújula de Mallory es un blog de viajes para aquellas personas que quieran compartir experiencias alrededor del mundo y conocer sitios nuevos. De momento está desnudito y como una casita recién comprada, con solo paredes y una par de puertas, pero espero que vayan pasando viajeros y que con el tiempo pueda tener colaboraciones y que algunos de sus lectores quieran compartir con los demás sus experiencias por tierras lejanas. Estáis invitados.
No sé si soy ingenua y crédula, o tremendamente desconfiada. No sé si soy cálida y tierna o fría y acerada. No sé si soy permisiva o intransigente disimulada. No sé si soy lo que quieren, o quizás demasiado lejana. No sé si sé lo que quiero, o camino por la senda errada. No sé si andar hacia delante, o esperar sentada. No sé si soy lista, o necia y vana. No sé si me conozco, o me resulto una extraña.
Sé que en algún momento me planteo que no sé nada. Y mientras decido mi vida, no sé si soy buena o mala.
Pero todos los que me rodean, tienen una cosa clara: Lo que fui, soy y seré, sin darme ninguna esperanza.
Estoy harto, muy harto. Mallory me tiene frito con sus paranoias. Y lo siento si considerais que es maja, adorable, simpática... y todas esas ñoñerías varias que dice la gente para definir a alguien insulso y petardo. Al principio cuando me creó, yo era un blog que tenía algo que decir, que comentaba cosas interesantes o pensamientos absurdos que algo tenían de creativos. Pero desde hace unas semanas solo dice chorradas. La he dicho que esto se acabó, que me niego a que me rellene con esa paja cutre y descafeínada y ella me viene con no sé qué tonterías de decepciones personales y crisis existenciales, como si no hubiera gente en el mundo que sufre de verdad por temas mucho más relevantes. Asi que lo siento, pero la he vetado.
Y no la permitiré volver a escribir aquí hasta que se deje de bobadas. He dicho.
Hoy he aprovechado unas horitas libres para irme a tomar algo con unos amigos. Jano ha traído dos colegas suyos que no conocía y después de las consabidas presentaciones y algunos comentarios que nos han hecho reir han llegado las preguntas habituales.
- ¿Y a qué te dedicas? - Soy antropólogo forense.
Lo reconozco, desde ese momento Ángel ha captado toda mi atención. Ésta es una de las profesiones que a mí siempre me hubiera gustado ejercer, creo que no hay nada más fascinante que encontrar un hueso perdido, una calavera... y mirarla a las cuencas vacías susurrando "Habláme, cuéntame tu historia". Ir desvelando con precisión de cirujano qué hacía, que comía, si tuvo hijos, si vivió en una zona u otra, como murió... y todo esto de una persona que vivió hace miles de años.
Nuestra conversación fue desgranando temas interesantes como: El proyecto Djebhuti, la teoría de la navaja de Ockan, los libros de Naguib Mahfuz, la Hija del Doctor Velasco, la restauración de pinturas o el hallazgo de la tumba de Velázquez... pero yo sobre todo escuchaba embobada y con mucha envidida a aquel hombre que era una auténtica fuente de conocimiento y que me explicaba con paciencia de profesor de pueblo sin un ápice de engreímiento todo lo que quería saber.
Y al final llegamos a un tema que me fascina. La representación en pintura parietal de manos con pigmento soplado.
Seguramente muchos sabréis que es eso, pero para quién no lo sepa os contaré que hace muchísimos años, ya en el Paleolítico Superior, los seres humanos que nos antecedieron se dedicaron a poner sus manos sobre las paredes y soplar pigmento a través de una caña y dejar constancia de las siluetas de éstas.
Quizás haya quién piense que es una representación tonta de alguien que se aburría mucho. Pero aquí radica la belleza de su misterio: Estas representaciones se han encontrado en puntos geográficos muy dispares, tales como España, Portugal, Francia y... Argentina!
¿Pero es posible que en una época en que era casi imposible un contacto entre personas tan alejadas, hicieran el mismo dibujo, con la misma técnica y en la misma época?
Para más misterio, hay que añadir que a muchas de estas manos, tanto en un sitio como otro, les falta un dedo. ¿Porqué? ¿mutilación? ¿ritual? ¿porque hicieron lo mismo artistas inconexos entre si?
Y entonces me explicó la teoría de la convergencia evolucionista, que mucho tiene que ver con la navaja de Ockan, y que se define como: "la tendencia que se observa en formas vivas no relacionadas filogenéticamente entre sí a responder a similares contingencias de la vida desarrollando estructuras semejantes", o lo que es lo mismo: "a igualdad de problemas, igualdad de soluciones"
Desde luego no me ha aclarado en nada el porqué de estas cuestiones pero sí me ha dejado pensando el resto de la tarde.
Hace poco comentaba en la entrada anterior como el hecho de sentirnos esclavos de nuestras vivencias nos condicionaba en una especie de Círculo de Eterno Retorno y nos condenaba a no entendernos, creando más una causa de desunion que de unión.
Pero he aquí la respuesta a algo tan simple.
Es más lo que nos une, porque como seres humanos nos mueve la misma sensibilidad, los mismos contratiempos, las mismas preocupaciones, que aunque diferentes en origen sí son las mismas en consecuencias: nuestro dolor y desazón. Pero la búsqueda incansable de intentar superarlo en un básico instinto de supervivencia animal nos hace tomar caminos similares.
Y de esta manera, personas que no tenían nada que ver en el espacio o en el tiempo, encuentran un nexo de unión. Nuestro dolor y la necesidad de superarlo.
Creo que desde el principio sabía que nada iría bien. Hay personas que abren sus manos como las puertas del infierno.
No diré donde te conocí, no diré a donde fuimos ni lo que hicimos. “Guárdame el secreto y mentiré cuando te sonría”
Dormía cuando me recitabas esa estrofa:
...Y morirme contigo si te mueres, y matarme contigo si te matas, porque el amor cuando no muere mata, y amores que matan nunca mueren...
Nadie sabía que escribías poesías. Eras dulce y cariñoso en privado, como lo suelen ser los hombres, sobre todo los que admiran a Sabina.
Nos odiábamos, nos gritábamos, nos pegábamos y nos humillábamos. Y al caer la noche nadie se amaba más que nosotros.
Heridos y desencantados, soñábamos con el odio y la venganza… Y deseábamos cambiar, ser felices como el resto del mundo, pero yo guardaba tus secretos y tú los míos.
No te quiero, no te quiero, no te quiero, no te querré nunca…
Pero si me dormía en tu cama tú me susurrabas a medianoche: no te vayas, te necesito, sí que te quiero, sí que te quiero…
Que amor tan destructivo y tan desesperado el que nos unió. Que caprichoso el destino que te pone en mi camino una y mil veces…
Hoy he oído esa canción que me cantabas: Jimena tuvo un sueño el martes que viene, rodando por peldaños de caracol, aterrizó en un laberinto de andenes diciendo adiós a los trenes que pierdo yo.
Jimena tiene un master en desengaños, Jimena es una mina antipersonal, se acuerda de quererme cada dos años mientras yo me las apaño para olvidar.
Jimena no traiciona por treinta lucas y en vez de silicona bajo el jersey, tiene un jardín con dos terrones de azúcar y un potpurrí de Chabuca con J. J. Cale.
Rosa de Lima, prima lejana, lengua de gato, bicarbonato de porcelana, dolor de muelas, pan de centeno hasta las suelas de mi zapatos te echan de menos. prenda de abrigo, ven, vente conmigo.
Jimena no deshoja las margaritas por miedo a que le digan todas que sí, cuando se le atragantan mis nochecitas la canta las mañanitas el rey David.
Los dioses que me quitan los pies del suelo planchan su camisita y su canesú, su nikon, su abanico de terciopelo, su bolsa de caramelos, y su rithm and blues.
Horizontal seis letras nombre de dama maldito crucigrama, maldito Bryce, se mueren los botones de mis pijamas desde que nadie me llama supay, supay.
Rosa de Lima, prima lejana, lengua de gato, bicarbonato de porcelana, dolor de muelas, pan de centeno hasta las suelas de mi zapatos te echan de menos. prenda de abrigo, ven, vente conmigo.
Siiiiií... ya lo sé! este relato ya lo habéis leído algunas... no me regañéis. Pero nunca lo había publicado en el blog y hoy por causas diversas me he acordado de él. ¿me lo perdonáis? XD
Cuando sea mayor seré Maga.
Bailaré por el escenario, enredada en tul y terciopelo, con grandes guantes blancos y botas de mosquetero.
Dejaré que las luces de las candilejas me besen la piel sintiendo el calor lascivo de los amantes. Sintiendo el sudor de la carne como si no estuviera frente un público sediento de sortilegios más mundanos.
Con el miedo al ridículo que provoca las subidas de adrenalina, sacaré conejos de mi chistera y descuartizaré guapos ayudantes que me guiñarán el ojo antes de dejarse trocear. Cuando sea mayor seré Médico.
Viajaré por el mundo con mi bisturí y mi escalpelo, extirpando dolor y rabia. Curando las heridas del alma, regalando abrazos y besos.
Prescindiré de la vanidad y el orgullo de los que actúan por dinero. Mancharé de sangre mis manos para sostener un corazón y sentir su latido, derramando vida por mis brazos y sembrando el suelo bajo mis pies.
Cuando sea mayor seré Piloto
Llevaré vientos fríos a las estepas más áridas. Meteré la lluvia en mi maleta y regaré los campos cuarteados y estériles que se alimentan de las lágrimas de los hambrientos.
Soltaré confetti de colores sobre las grandes capitales del mundo, en sus grandes edificios grises y sucios y pintaré en el cielo una gran puerta de acceso al sol.
Cuando sea mayor seré Periodista
Contaré tu historia, la suya, la de ella, la de él, y en mi voz tendrás tu voz.
No hay censura, ni sensacionalismo. Hay verdad desnuda y palabras de amor.
Mis grandes titulares, llenarán los kioskos de prensa con un soplo de esperanza y fe.
Cuando sea mayor seré Prostituta
Venderé mi cuerpo a los sedientos de deseo, con la intimidad y la comprensión de los que se saben desahuciados, ignorados y marginados. Me pasearé delante de las grandes señoras que lucen en sus dedos las alianzas que mis clientes les regalaron. Y reclamaré a voz en grito el derecho a la pasión y la lujuria que dios me otorgó como derecho divino.
Cuando sea mayor seré una Gran Guerrera
Despiadada y sin compasión, anhelando sangre, miedo, llanto y destrucción. Vengaré a los muertos y a los que más lo desean… los vivos. Seré inmisericorde, cruel y mezquina, regocijándome en mí soberbia, petulancia y superioridad.
Mataré magos, médicos, pilotos, periodistas y prostitutas por igual.
Algún día seré mayor… pero no se qué que seré.
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Muchísimas gracias a Leara por este premio:
Y en especial por haber creado un blog como Be Literature en el que los lectores nos podemos expresar libremente y hablar de lo que nos gusta.
Di algo o alguien que te resulte irresistible y dulce:
Los hombres valientes y sin complejos
Otorgar este premio:
Sin lugar a duda: A "Días de Verano" de PekeLotta, porque reune la esencia de lo que debería ser un blog personal: una ventana a nuestro corazón aderezado con un poquito de poesía y otro poquito de prosa lírica.
Ayer fue 9 de Noviembre; y como muchos sabeis se celebró el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. Me sorprende, cuando hablo con gente más joven, descubrir que hay hechos históricos como este que son muy desconocidos, ya que para la gente de mi generación fue algo tan impactante como el atentado de las Torres Gemelas.
Y me he parado a pensar en aquellos acontecimientos que han marcado y marcarán mi vida por su importancia o singularidad, y que para suerte o desgracia, he vivido en primera persona.
1.- Referéndum de la OTAN en 1986. Yo tenía 10 años y todo el mundo hablaba de los mismo. Mi barrio, el de carabanchel, estaba lleno de graffitis que decían OTAN NO. Pero en el referéndum salió el "Sí". Y recuerdo que pensé...Si todo el mundo dice que no pero la tele dice "Sí"... eso es malo ¿no? XDDDD
2.- Caída del Muro de Berlín en 1989. De esto recuerdo a mi profesora de historia diciendo: "Recordad este día, porque será histórico, y vosotros podreis decir que lo habéis vivido" y eso hizo que abriera mucho los ojos a todo lo que decían en la tele. Y en especial recuerdo unas imágenes de gente abrazándose y llorando después de atravesar la brecha que se había abierto en el muro. A mi siempre me ha encogido mucho el corazón ver a la gente mayor llorar y solo sé que me emocionaba verlo, pero no lo entendía bien y mi madre me dijo "Imagínate que un día estás en el colegio y cuando quieres volver a casa te han levantado un muro que te lo impide, y ya no podemos volver a vernos hasta 30 años depués"... y eso sí me hizo llorar.
3.- La Muerte de Freddie Mercury, River Phoenix y Kurt Cobain en 1991, 1993 y 1994. Por aquel entonces yo era muy fan de Queen, tenía casi todos los discos y despertarme el día de mi cumpleaños con la noticia de su muerte fue un palo tremendo. Casi tanto como la de River, un actor al que hoy casi nadie recuerda, pero que fue un auténtico ídolo de quinceañeras en su momento. Y Kurt Cobain... que decir, fue tan inesperado que nos quedamos todos alucinados. Desde luego esto me enseñó que la fama y el dinero no te protege ni te da la vida eterna. Solo somos humanos a la merced de nuestro destino.
4.- Atentado del World Trade Center 11-S 2001. Recuerdo como mi madre me despertó a las 15.00 de la tarde (yo en aquel entonces trabajaba de noche) y me dijo "pon la tele". Justo se acababa de estrellar el segundo avión y desperté a Miguel. Aquel día fue impactante y lo recuerdo con especial angustia porque parte de esa tarde la pasé con mi amigo Jack, de Nueva York, que no hablaba español y no entendía lo que ocurría. Se lo tenía que ir traduciendo y el pobre no se lo podía creer, lloraba y trataba de llamar a tres de sus amigos, que trabajaban en las Torres Gemelas. Por desgracia dos de ellos sí murieron, y eso provocó que se volviera a su país precipitadamente, con muchos inconvenientes de por medio, ya que el espacio aéreo de EEUU estaba cerrado. Él siempre me dice que siempre formaré "parte de su historia", pues allí es común la pregunta: Where were you when that happened? y el siempre dice "Estaba en Esaña, con mi amiga Mallory, en un bar".
5.- Adiós a la peseta. En 2002 nos cambiaron las monedas. Y de qué manera. La vida se encareció de repente de una manera íncreible. Recuerdo que cuando me independicé, allá por 1998, pagaba por mi pequeño apartamento y mi plaza de garaje, unas 65.000 pesetas (unos 400 euros) y ya por entonces era una pasta. Ahora por ese apartamento se piden unos 900 euros. Más del doble. Y si podía hacer la compra de una semana con 1000 pesetas (6 euros) ahora con eso me da para un día.
6.- Atentado de Madrid 11-M. Yo estudiaba Restauración de Bienes Culturales. Recordaba haberme levantado y haber puesto la tele a las 08.00 Am. Algo inusual en mí, la verdad. Pero ese día lo hice y ví la noticia, pero dijeron que no había heridos. La triste realidad se fue desvelando a lo largo de la mañana... nuestro profesor de Historia del Arte, que venía de Alcalá de Henares no se presentó y nos preocupamos. Aquella noche debía de trabajar de camarera en un bar de copas. Estaba triste y me sorprendió ver que había mucha gente de fiesta que reía a carcajadas. No se porqué... pero me desagradó. Recuerdo la lluvia del día siguiente y un titular que decía "Hasta el cielo está llorando".
De regalo os dejo el vídeo de Another Brick in the Wall de Pink Floyd, que aunque fue concebida como un relato del alter ego de Roger Waters y sus avatares como estrella de Rock, pronto se convirtió en un emblema de la Caída del Muro sobre todo después del famoso concierto de 1990 en el Berlín unificado en el que interpretó la famosa Parte II en la voz de Cindy Lauper, enérgica y descarada como es habitual en ella, y de la que siempre he sido muy fan.
Y lo cierto es que me sorprende que la mayoría de los acontecimientos que nos marcan, sean más bien malos que buenos. Quizás he vivido algo alegre y significativo que ahora no recuerdo... debería hacer memoria.
De momento me alegro de volver a saludaros a todos, en especial a ver si pillo por banda a mi Paty y la doy un achuchón, que hace mucho que no la veo. Quizás más adelante escriba alguna entrada sobre mi viaje, que ha sido estupendo, con una mención especial a mi acompañante de fatigas, Elena, que me encanta y adoro por su humildad, su alegría, su generosidad, porque sabe hablar de muchas más cosas que las que tienen que ver consigo misma. Eres amor!
Así es, me despido por un par de semanas. Ha llegado el momento de mi dulce venganza: muajajajaja... ya que mientras este agosto tod@s disfrutábais de vuestras maravillosas vacaciones, yo me derretía a merced de esos horribles 40º que azotaban las tardes de Madrid, mezclados con el ruido, la contaminación y ese olor a asfalto y a alquitrán que te hacían soñar con la playa.
Mañana vuelo a París y veré a mi pequeña Mery, que se me ha ido allí de erasmus, y la echo mucho de menos. Y una semanita más tarde a Berlín, para darle otro achuchón muy grande a nuestra Demmi. Me voy con mi querida Elenuski, que me tiene una santa paciencia... estos días se va a ganar el cielo, eso seguro. Aprovecharemos para culturizarnos, emborracharnos, reunirnos un montón de amigas, gritar, desvariar, bailar, cantar y disfrutar al máximo hasta el último segundo.
Espero encontrar algún mensajito adorable de despedida... ya lo digo yo siempre: soy amor! soy adorable! y sí! echadme de menos! jajajaja... porque sobre todo soy mimosona a más no poder!... y no tengo abuela.
Sed buen@s!... o mejor aún... sed mal@s... es mucho más divertido!
Hoy me he despertado algo entumecida por el frío. Debería haberme acostumbrado hace tiempo, pero vivir a 2ºC de continuo no es tarea fácil.
Me he dado un paseo por la bandeja inferior de la nevera y he visitado al Señor Tomate, que está empezando a pocharse, y a una pandilla de Peras Conferencia que presumían el primer día de ir a convertirse en una sabrosa tarta. Pero ya os digo yo que como las dejen ahí un par de días más, acaban siendo compota.
Después de ver que no hay mucha novedad desde anoche (solo faltaba un Zumo Tropical, y menos mal, por que hablaba por los codos y nos tenía hartos) he decidido ir a hacer unos estiramientos.
Yo no soy una lechuga cualquiera, podría ser un iceberg o un cogollo de esos que se sirven con ventresca, pero no… yo soy de esas que se sirven en las cenas navideñas con queso roquefort, o se utilizan para acompañar la vichysoisse, nada de purés de zanahoria o patata… siempre he tenido claro que mi familia es de una estirpe superior, muy selecta y con un verde fresco y limpio.
Me encanta pasearme ufana y estirada entre las hortalizas del cajón. Y sé que me miran con envidia.
Pero hoy cuando estaba paseando he oído un chismorreo… y solo he alcanzado a escuchar “No es mas que una lechuga amarga” ¿amarga? … Corriendo he ido a buscar a Mamá Endivia y se lo he preguntado:
“Mamá ¿yo que soy?” “Cariño, tú eres una endivia” “Pero … ¿la endivia es amarga?” “Sí cariño, pero esa es nuestra particularidad, lo que nos hace diferentes…” “Pero yo quiero ser dulce” “Lo siento nenita, tú eres y serás siempre amarga…”
Y esta teoría se podría enunciar de la siguiente manera: “Si quieres saber la verdad, espera a que te mientan”
Pensaréis que estoy loca, pero siempre he creído fielmente en ella.
Yo creo que las verdades, son solo eso, una verdad desnuda, simple… aburrida y tediosa. No oculta nada. No nos enseña nada. Solo nos habla de algo que es como lo vemos.
Pero las mentiras, son otra historia. Siempre he creído que la gente miente por dos motivos:
- Hay personas que son mentirosas compulsivas, alteran la verdad frecuentemente para hacer su vida más interesante o por qué tienen un pequeño complejo de inferioridad que les pide llamar la atención constantemente. Estas personas, como mucho merecen compasión, y en muchos casos, comprensión. No hay nada realmente malo en ello.
- Y luego están las otras. Las que me interesan de verdad. Son aquellas que son realmente inteligentes, sin complejos, astutas y ágiles de mente.
Estas personas mienten para ocultar una verdad. O porque la verdad no es suficiente para darles la razón. Pero sin saberlo, se delatan. Regalan el bien más preciado para un enemigo, ya que dejan expuestas su debilidad: aquello que ocultan.
Por eso no debemos alterarnos cuando lo descubrimos, ni siquiera revelarlo. Sino atesorarlo como una joya y no preguntarnos ¿Por qué miente? Sino… ¿Por qué no dice la verdad?
Y eso… nos dará poder. Esa persona nos lo ha dado sin pedirlo.
Y descubriremos la verdad.
¡Feliz 8 de octubre de 2009! Un día único e irrepetible en la historia.
Hace muchos años fui una pulga. Y he de decir que hay muchos tipos de pulgas, pero yo no tenía nada de exótica, era una pulga común ... de una rata común. Mi rata albergaba a otras pulguitas como yo y éramos felices entre su suave pelo gris. A veces saltaba para explorar mundo, ¡podía saltar hasta 300 veces mi longitud! Y en esos momentos yo echaba hacia atrás mis patitas traseras de alegre saltadora y sentía el frío sobre mis antenas de sifonáptera. Aquellos días fueron muy felices.
Después de aquello, fui un gato. Como ya era habitual en mí, no tenía nada de extraordinario. No era ningún gatito persa de suave pelaje, ni tenía los reflejos dorados de los siameses. Era un vulgar gato pardo. Saltaba por los tejados de mi ciudad, escuchando las historias latentes bajo mis pies, llenas de susurros, risas, jadeos y algún llanto. Me gustaba sentir el tacto del asfalto al caer sobre mis patitas almohadilladas de felino callejero y rebuscar entre la basura auténticos manjares. Aquellos fueron días felices.
Luego fui una tortuga de tierra. Vivía en Gela, Sicilia. No era ninguna tortuga de Carey ni un galápago de grandes dimensiones. Sino una Tortuguita Mora que se pasaba el día comiendo rastrojos, insectos y me arrastraba sobre mi pancita de animal cansado mientras me calentaba al sol. Y no os lo vais a creer, pero ¡un día me capturó un quebrantahuesos! Quería alzarme en el aire y tirarme desde lo alto para espachurrarme y así poder comerme. Yo, de lo asustadica que estaba, metí la cabeza en el caparazón y apenas sentí como me soltaba, tuve tiempo de asomarla, solo lo justo como para ver la cabeza calva de un señor acercarse a mí a toda velocidad. Luego me enteré que este señor era un famoso dramaturgo llamado Esquilo, y el mundo entero lloró su pérdida, pero lo que nadie sabe es que a mi me salvó la vida. Conté mi aventura por toda la isla y me convertí en una heroína. Fueron días muy felices.
Más tarde fui un cuervo. Tenía unas preciosas plumas brillantes de color negro que reflejaban la luz del sol como si fuera obsidiana pulida. Veía todo desde las alturas, con una precisión y nitidez que nunca antes había tenido. Adoraba esa dulce sensación de vértigo mientras me lanzaba en picado y jugaba con mis hermanos cuervos a revolotear entre los tendidos de la luz. Que felicidad la de aquellos días!
Después de aquello fui pez luna, mejillón, cebra, nenúfar, saltamontes y erizo. Y en cada una de mis vidas disfruté con plenitud de mi vida salvaje y libre, de mi mundo sin fronteras y mi falta de equipaje.
Pero ahora soy humana. Soy parte de la especie dominante, la que decide quién vive y quién muere, la que tiene el poder de cambiarlo todo, la sabiduría, la inteligencia… Pero no soy libre de ir a donde quiero, de expresarme en voz alta ni de mostrarme tal y como soy. Mi mundo está lleno de resentimiento, de envidias y de ira. Y por primera vez… soy desdichada.
P.D.: La ilustración de la portada pertenece a una chica llamada Mertixell Montiel, quién me parece una maravillosa ilustradora y os invito a conocerla aquí: http://www.lalineapeluda.com/ilustracion.html
¿no os sucede que el tiempo pasa cada vez más rápido? Cuando era pequeña los años me parecían interminables, suponían toda una vida… Te pasabas el tiempo pensando en mil cosas, que haré, que seré, a quién conoceré…
Y entonces llega ese momento inesperado, sin avisar… de repente.
Dejan de pedirte el DNI a la entrada de las discotecas, te tratan de usted, el banco te reclama pagos, la gente te habla con una dureza hasta entonces desconocida, porque entienden que ya no eres una niña y no tienes los mismo sentimientos (?), y la familia no para de preguntarte cuando tendrás hijos, como si el hecho de perpetuarse fuera el unico fin de nuestra existencia.
Observas a tu alrededor y ves como la gente se deja arrastrar por una corriente de autocomplacencia… “tengo una casa, una pareja, un trabajo…” y siente que ha cumplido con su deber en la vida.
Te preguntas en que momento exacto sucedió, cuando dejaste de tener sueños por cumplir para transformarse en… incumplidos, y porqué debes actuar conforme a tu patrón social como si fuéramos un baile de máscaras desfilando por la rutina diaria.
Mi máscara de “soy mayor” “soy seria” “no hago tonterías” “me quedo en casa y no salgo con los amigos”… y te das cuenta que ser mayor es fingir que te has implicado en el torbellino que supone esa adaptación social.
Te das cuenta que dejas de ser un niño cuando finges ser adulto. Y que no tiene nada que ver con la madurez.
Sé que algunas ya habéis visto este vídeo. Pero a mi me encanta, tan sencillamente adorable, con ese final tan esperanzador… nunca estás sol@...
Ayer fue 25 de septiembre, y sé que por algún motivo es una fecha señalada por algún acontecimiento histórico que ahora no recuerdo… me cachis…
Muchos besos a la gente que quiero y en especial … a los que no se sienten queridos por mí.
Qué dilema. Dentro de poquito me voy dos semanas de vacaciones y se me presenta un pequeño problema. No sé dormir sola. Quizás por unos días... ¿pero tantos? Llevo toda mi vida durmiendo con mi Señor Oso y desde hace diez años con mi chico. Pero él no viene y ahora el Señor Oso está viejito. Desde hace unos meses está convaleciente con unos agujeritos en la tripita, escupiendo goma espuma y felpa. Y desde que hace un tiempo intentaron acuchillarlo en la aduana del aeropuerto de Cochabamaba para ver si tenía droga dentro (porque estos palurdos bolivianos no tenían rayos X) me da no sé qué llevarlo de viaje. He pensado en llevarlo al Sanatorio de muñecos de la C/ Preciados y hasta dos veces he llegado a ir hasta la puerta, pero no tengo corazón de llevarlo allí. Seguro que me dirán que lo deje unos días, solito y sin nadie que le sujete la patita cuando lo operen. Sin régimen de visitas ni llamadas. ¿os imaginaís? seguro que ni siquiera le ponen anestesia, lo coserán y zurzirán a palo seco. Y yo, que hasta lo lavo con un cepillo de dientes y jabón neutro para que no sufra (una vez mi mamá casi me lo ahoga al meterlo en la lavadora ¿como se le ocurrió? no sabía que ahí dentro me lo iba a matar?) me niego a abandonarlo en manos de esos matasanos. He pensado en intentar remendarlo en casa pero la tela ya es vieja y se deshace y cada vez que intento arreglarlo solo le hago más agujeritos. Qué dilema. No, no puedo llevármelo, mide unos 60 cm y no me cabe en la maleta... preveo más noches de insomnio.
¿Por qué al león se le llama el Rey de la Selva si no hay leones en la selva?
¿Porqué a los José se les llama Pepe?
¿Porque caliento el café de la mañana en el microondas si luego le echo leche fría?
¿Porqué cuando decido guardar algo en el trastero porque lleva meses estorbándome, me doy cuenta que lo necesito al día siguiente?
¿Porqué hay gente que se pide un café expreso y luego una tila?
¿Porqué hay veces que saco el abono transportes cuando estoy en el andén y llega el tren?
¿Y lo de sacar las llaves de casa cuando llegas al metro?
¿Porque nunca consigo emparejar los calcetines?
¿como es posible que haya estado dos meses sin lavarme el pelo porque no he sabido leer la etiqueta del bote que ponía "suavizante" en vez de champú"?
El año pasado el chino de mi casa no me vendía tabaco cuando iba en vaqueros, pero sí cuando iba de traje (porque venía de la oficina) porque pensaba que eramos dos hermanas... la pequeña y la mayor. ¿Es que a los chinos les parecemos todos los españoles iguales?
¿Porque a veces me asusto cuando veo mi propia mano sobre la almohada?
Lo sé, llevo una semanita de lo más frikie, pero además de lo más malosa... Miri, ya sabes, ante todo... no te rías!
Anda... que pensábais que os habíais librado ya de mis teorías...
Pues no!
Mi teoría dice "Para integrarte en la alta sociedad, el menú has de cambiar"
Y esto viene a cuento de una interesante conversación que tuve con mi querida Pat, en una de esas tardes perdidas en las que nos dedicamos a cotorrear sobre todo lo que no sea ni interesante ni productivo.
Debatíamos sobre la posibilidad de ir a merendar al restaurante de un amigo que nos ha insistido en numerosas ocaasiones que vayamos a hacerle una visita.
El problema radica en que este precioso local se encuentra en La Moraleja.
Para aquellas que no sois de Madrid, os diré que este barrio es el mas exlusivo y selecto de la capital y un miserable gazpacho te puede costar un ojo de la cara.
A nosotras, que somos unas pobres residentes del sur de la capital, la idea se nos hacía un auténtico reto. Pensábamos en qué pediríamos una vez nos presentaremos allí. Porque yo, la verdad, soy feliz con un zumito y un sandwich mixto. Pero claro ¿alguna vez habéis visto a un rico pedir un sandwich mixto? ¿o un bocata de calamares?
Y llegamos a la conclusión de que la comida no cambia sino que la cuestión es como lo nombran en la carta para adaptarlos a los pudientes y hacerselo más apetecible... y exclusivo.
Ellos no comen sandwiches mixtos, sino "milhojas de pan tierno con láminados de Brie y Jamón dulce". Tampoco tienen bocata de calamares sino "emparedado de delicias del mar"...
Un simple pisto es un "ratatouille", que en francés queda todo más chic, y un café siempre será au lait o frappé.
En fin...la verdad es que con esta conversación me quedé bastante más tranquila... y ahora me siento preparada para darme una buena merendola con la jet set!
Y de verdad que me vais a perdonar este momento frikie, seguro que muchas ya lo habeis visto porque es un clásico del youtube... pero es que la versión Street Fighter es mortal!
jajajaja... Feliz 4 de septiembre!
Y por cierto... estoy sorprendida de ver nuevos seguidores que desconozco, me sorprende porque no he colgado mi blog en ningún sitio para promocionarlo y más aún que alguien encuentre interesante lo que escribo. Así seais quienes seais sentiros muy bien recibid@s, porque si hay algo que me entusiasma... son las visitas inesperadas!
Miri... te has ganado un gallifante por haberte leído todas las entradas!
Lo único bueno que le veo es que es la antesala del otoño, mi estación del año preferida. Llega el fresquito, las corrientes de aire con hojitas, charcos en las calles, colores naranjas y gorritos de punto. Sacaré mis botas de agua, mis calcetines de colores y mis cazadoras de macarrilla agresiva.
Se acabará el no poder dormir, el maquillaje corrido por la cara y el ventilador a cuestas como si fuera mi mejor amigo.
Reconozco que me he muerto de envidia cuando Susi y Pat se fueron a la playa, cuando Ele se fue a ver a los Editors, Ara parecía quedarse a vivir en Córdoba y Demmi iba y venía de Berlín a Madrid. Nuss se perdía con su moto o se iba a hacer submarinismo, Marta estaba en Lanzarote ... y no decir los viajes de Carlotta y Hada Azul.
Y yo aquí, derretidita y suspirando por un poco de acción en mi vida.
Pero pronto se acabará este feo verano y llegará mi dulce otoño repleto de nuevas experiencias... volveré a mis estudios con energías renovadas, me iré a Berlín con mis amigas, esperaré con ansia las nuevas fechas para los conciertos de Papa Roach y marcaré en mi calendario el 23 de octubre como la fecha de muerte de Demmi. O por lo menos eso dice un test del facebook.
Claro, que según el mismo test tonto, yo moriré este año... y no sé si veré cumplidas mis expectativas...
En mientras... comenzaré a disfrutar de mis últimas horas en algún banco perdido entre la hojarasca... pensando en algo que oí hace tiempo referente a los amores de verano, esos que se disfrutan durante quince días y se quedan en nuestra retina el resto del año: Si en verano se muere de amor, en otoño se suspira por él...
Dios mío, es desesperante ver pasar las horas y que no concilias el sueño. Creo que nací inmune a la Hierba Luisa. Ya solo me quedan dos horas para que toquen diana y me doy por vencida.
Ayer vino a buscarme mi chico al trabajo para llevarme al cine y ver Antichristo, la última película de Lars Von Trier, un director que me encanta y del que me hice fan devota hace tiempo.
No sé de ningún otro que incida tanto en las emociones del espectador como él. Es dífícil no sentir un nudo en el estómago con esa maravilla que es Bailar en la Oscuridad, o quedarse horrorizado ante el giro inesperado en la trama de Dogville, salir de la sala y pensar en algo que no sea la voz de Nicole Kidman diciendo "... que los maten primero y que la madre lo vea. Que los maten uno a uno y que le digan que pararán si puede controlar las lágrimas...".
Que te haga pensar y pensar con películas como Los idiotas o sufrir como con Rompiendo las olas.
Pero ayer me di cuenta que se me ha ido de las manos la comprensión de su obra. Si bien he de reconocer que como ejercicio emocional al que nos tiene acostumbrados no tiene precio, también diré que salí horrorizada y juré no volver a ver esta película, por mucho que me hubiera gustado comprenderla.
Yo al menos resistí hasta al final, los hubo que se salieron de la sala bastante antes.
Me siguen gustando sus imágenes tristes de colores plomizos y su cine desmaquillado y desnudo. Creo que saca lo mejor de sus actores y ni siquiera en 21 gramos Charlotte Gainsbourg había hecho semejante papel. No en vano, solo salen dos personas en todo la película (si descontamos al niño que apenas sale unos minutos).
Pero toda la angustia, el dolor o la repulsión que transmite no es suficiente para satisfacerme y es que hubo un momento en que pensé que me había teletransportado a una película de David Lynch en la que para mí no habia nada con sentido. Y como en Mulholland Drive, tendré que preguntar a la gente más lista y más cinéfila que yo, que vió que yo no pude...para considerar esto una obra maestra del cine europeo.
Y como me niego a poner el cartel de Antichristo, para no quedarme con mal sabor de boca, lo haré con Dancing in the dark y os dejaré el vídeo de Björk bailando y cantando sobre el tren con esa voz tan bonita que tiene, en una de las películas que siempre estará entre mis favoritas.
Me voy a la cama... ¿creeis que lo conseguiré? XDDDD
Su mirada está del paso de las rejas tan cansada, que no retiene ya objeto alguno. Para ella, es como si mil rejas hubiera y detrás de las mil rejas ningún mundo.
La marcha muelle de trancos dúctiles y recios girando de un ínfimo círculo en la nada es como una danza de fuerza en torno a un centro, en que se yergue una voluntad narcotizada.
Sólo a veces, permite en silencio la apertura a la pupila el velo. E ingresa una figura: por la tensa calma de los miembros va a correr, para en el corazón cesar, luego, de ser.
La Pantera, de Rainer María Rilke
¿Que hay más descorazonador que un animal salvaje enjaulado?
Hoy celebras tu trigésimo sexto cumpleaños a mi lado. Por undécimo año consecutivo.
Y nuestras diferencias son cada vez más evidentes, se han ido amplificando como un jardín cuidado que deja crecer la mala hierba al menor despiste.
Si yo desayuno unas tostadas, un café, un zumo, barritas de cereales, galletas y fruta, tú pasas la mañana con un mísero vaso de leche.
Si yo duermo dando mil vueltas y revoloteando por toda la cama, tú permaneces inmóvil toda la noche.
Si yo disfruto de mis placeres más nocivos como el alcohol o el tabaco, tú arrugas la nariz y reivindicas el aire puro y las dietas sanas.
Si regreso a casa a las cinco de la mañana achispada y charlatana, tú te estas levantando para irte a la montaña.
Si yo adoro comer todo con las manos y ensuciarme, tú usas los cubiertos hasta para pelar una gamba.
Si yo adoro el rock machacón y cañero, tú prefieres el ritmo más melódico del rock sureño, country o blues.
Si yo paseo encantada entre las multitudes del centro de Madrid y adoro perderme en sus callejas, tú las rehuyes como alma que lleva el diablo.
Si tengo frío, tú te mueres de calor.
Si a mi me horrorizan los perros, tú quieres uno.
Si me quiero llevar cualquier otro animalito abandonado a casa, me invitas a irme con él.
Si me salto un semáforo te pones hecho un basilisco.
Si manejo mi bicicleta por la carretera, más de lo mismo.
Si yo necesito que la gente me quiera y hablar hasta con las paredes, tú eres retraído, cerrado y solitario.
Si yo soy pasional, tú eres racional.
Pero me dejas que te ponga la zancadilla cuando andas y que te empuje contra los escaparates echándome sobre ti. Que te ponga el dedo en la punta de la nariz, que te muerda el antebrazo, que te chinche cuando tienes sueño, que te haga preguntas absurdas sin respuesta, que te salpique con agua, que te tire del pelo, que te pellizque, que te clave las rodillas en el estómago cuando me voy a la cama cinco horas después que tú. Que me deje el maquillaje en el lavabo, que me deje las puertas de todos los armarios abiertas y que guarree con la comida.
Y si te digo que te quiero, tú me dices que también me quieres a mí.
Y nuestro jardín cuidado resulta perfecto con sus malas hierbas y sus ortigas, creciendo en paradójica armonía.
Mi carta no tiene nombre, no tiene palabras, solo letras.
No se escribió, no llegó al corazón de nadie, se quedo encerradita, quieta y muda en un rincón sombrío y lleno de viento. De ese que murmura y arrastra hojas de color marrón, las que caen y se quedan muertas en el suelo.
Quería ser deliciosa, tierna y sincera, estremecer y susurrar al oído, como hacen los que se quieren, que no amantes, sino los del alma, los que sienten y padecen a los que le son ajenos.
Mi carta no tenía remitente, porque su voz era cobarde, no tenía valor. Tenía cuero gastado de zapatos, camisa raída y vaqueros sin etiqueta.
Quería ser elegante, fingidamente distraída, elocuente y objetiva.
Pero sus letras siguen sin formar las palabras que su voz no encontró, que nunca halló.
Las que nunca salieron de ella, atrapadas como los enamorados locos, prisioneros de su error. Y tú, que entendías, que leías, que veías por encima de las murallas de piedra que levantaste con cristal transparente y papel gris, tú...no tuviste el valor de contestar la carta que no te escribí.
¿No os sucede que hay cosas que inconscientemente os ponen de buen humor?
Hoy es miércoles, y por una razón que ni yo entiendo, me gustan los miércoles. Asi como siento predilección por los números pares, en especial el ocho, el cuatro y el dos.
Siempre firmo mis libros en la página 24 y prefiero ir al cine a la sesión de las ocho o las diez, antes que a las nueve.
Me pone de buen humor despertarme y ver que por una noche no he lanzado al Señor Oso a dos metros de la cama, que no tengo que pasar dos horas buscando las llaves del coche porque las he dejado en su sitio... no en el sofá, en la librería, en la nevera o en el lavabo del baño ..no... en su sitio, en el armarito de la entrada para las llaves.
Me pone de buen humor cuando mi chico por una vez se sienta en la mesa y se pone a comer, y no se pasa 8 minutos dando vueltas al plato mirándolo con desgana.
Me pone de buen humor cuando me mira y me frota la nariz y me dice: "¿Si froto saldrá un genio?"
O cuando me quejo del frío y me contesta con voz solemne, como quien enuncia la teoría de la relatividad: "No hay mal tiempo, sino ropa inadecuada" y me guiña un ojo. Entonces me río un poquito por dentro, porque me hacen gracia sus máximas inamovibles.
Me gustan las lluvias de verano, y no hay nada mejor que comprar uno de esos ricos sandwiches con pan de semillas de amapola e irte al Jardín Botánico en pleno aguacero y comerte tu sandwich y uno de esos zumos de sabores raros del Starbucks bajo un paraguas enorme mientras meto mis cursis botas de agua rosa chicle en el barro.
Lo adoro.
Me gustan los libros de exploradores, descubrimientos y grandes viajes. Y ayer, aunque fuera un feo y cochino martes, me regalaron dos libros por ser buenecica.
Cada uno tenemos una fórmula de la felicidad individual y personalizada. La mía es una suma de todas las cosas que me ponen de buen humor...
Buceando por el mundo de las fotos encontré esta...
¿que pensais? ¿que lo consiguió o se pegó un morrazo? jajajaja... yo creo que voy a concederle un voto de fe y diré que en el último minuto estiró la pierna y llegó a la roca de puntillas...jajaja
Yo sé que le doy mil vueltas a todo. Soy consciente de que soy una persona llenísima de defectos. Y estoy convencida de que nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. La soberbia, el orgullo, la envidia... son prendas en nuestro equipaje que solo nos hacen la maleta más pesada, pero no más útil.
Convivir con ellas es casi tan difícil como tirarlas a la basura y por eso nos limitamos a arrastrar nuestra pesada maleta viaje tras viaje.
Ayer hubo una tremenda bronca en mi trabajo. Sandra, una compañera nigeriana, se ha quejado de sus escasas horas de trabajo y ha insinuado que se la está "invitando" a marcharse porque hace unos días estuvo de baja. Los tres encargados del local le dijeron de malas formas que ella debía haber llamado para avisar o mandar un fax con el parte médico.
Sandra se defendió diciendo que había llamado pero le saltaba el fax, y que efectivamente envió la baja, para lo cual tenía un justificante de recibo.
Yo sabía que tenía razón. He llamado en muchas ocasiones y también me ha saltado el fax. El justificante era correcto y estaba segura de que el verdadero problema era que una de las encargadas lo había extravíado.
Los tres encargados gritaban intimidando a Sandra, pero ella se mantuvo tranquila, hablando con educación y despacio, lo cual acabó por sacarles más de sus casillas.
Los jefes nunca se equivocan.
Sandra se ha marchado a casa. Me cae bien, es una mujer amable y culta.
Pero yo no abrí la boca, me callé y no me metí en la trifulca, porque seguramente yo también estaría en la calle.
Hace años no habría dudado en meterme por medio y quejarme energicámente de esa injusticia, pero no sé a dónde han ido mis principios. Cada vez soy más cobarde.
Me cuesta mucho armarme de valor para enfrentarme a algo o alguien cuando sé que no me servirá de nada. Aún así a veces lo intento ... y siempre pierdo.
Pero toda mi cobardía no es nada comparada con mi remordimiento de conciencia.
Sin duda esa cobardía es otra prenda que he de sacar de mi maleta.
Dicho y hecho, como era de esperar la lluvia de perseidas no nos decepcionó.
María, Marta, Nuria y una servidora, nos pertrechamos con nuestros sacos, esterillas, ensaladas, cantimploras, linternas y chocolate, dispuestas a mirar al cielo y pasar un rato agradable entre amigas.
El Puerto de la Morcuera fue el elegido, después de jurar y perjurar a mi chico de que que no nos aventuraríamos a subir a la Najarra ante la amenaza de tormenta inminente.
La explanada del Albergue fue el punto elegido. Allí descargamos nuestro petate.
Conversaciones sobre constelaciones, estrellas, satélites artificiales...algunas meteduras de pata, algunas risas a la hora de meternos en el saco, juntitas en tres esterillas estratégicamente dispuestas, estornudos, ronquidos y cencerros de vacas.
Disfrutamos de la compañía, de la comida, del aire puro y de la visión de un espectáculo precioso. Estrellas fugaces que dejaban su estela de fuego, a veces durante un par de segundos.
Hasta 6 veces tardé en acordarme de pedir mis deseos. Pero al final lo hice. Cuatro en total.
Nada material, todo del corazón, humano, muy humano... aquello que está fuera del alcance de mis manos...
Volvemos a casa con un saco llenito de momentos compartidos y sueños que prometen cumplirse en breve.
Hoy he trabajado 10 horas, todo el día de pie, y he llegado a casa agotada. A pesar de ello no tengo hambre, solo sed, a todas horas.
Pero llega la hora de irme a la cama y solo doy vueltas como una loca. Mi chico a mi lado respira profunda y acompasadamente, muestra indiscutible de duerme como un lirón.
Comienzo a contar ovejas... 1, 2, 3, 4,...50, 60... y de repente salta un perro ... ¿que hacía ese perro saltando la valla? ¿persigue a las ovejas? ¿se las quiere comer? ¿O es un perro pastor? Mejor dejamos las ovejas.
Pienso en un folio en blanco. Pero el folio tiene un ribete ¿no era un folio en blanco?. De repente está firmado ... ¿quién lo firmó? ¿es una carta? ¿para quien? Dejemos el folio.
Pienso en una pradera vacía. Tiene campos de trigo alto. El viento lo agita. ¿se ha movido algo entre los trigales? ¿quien se esconde? Ahora mis campos tienen grandes círculos como los que decían que se formaban con el aterrizaje de naves extrarrestres. ¿Como se hacen esos círculos? una vez lo leí.. ¿donde fue?... Dejemos los campos de trigo.
Esta vez contaremos sin más...
1,2,3,...25...30...50...100... ¿hasta que número sabría contar? ¿me perderé si llego al millón?
Me levanto a beber agua. Otra vez.
He perdido cinco kilos, estoy cansada y mis ojeras me llegan hasta el suelo.
Hoy es 2 de agosto. En verdad ya es 3, pero como suelo decir, si no he comido todavía es "por la mañana" y si todavía no me he ido a la cama, aún es ayer.
Todo parece inalterable en la rutina humana y hoy el día pasó sin más pena ni gloria por las calles de mi ciudad.
¿Nadie sabía que hoy era un día mágico? Hace años, en las Islas británicas, los celtas celebraban el Lugnasadh, una festividad que conmemora la primera cosecha del año.
Los niños hacían muñecos con hojas de maíz y en las casas se cocinaba pan.
El Lugnasadh es uno de las cuatro fiestas Sabbath, sagradas en el culto a la Tierra. No es un día cualquiera, es uno de los cuatro días del año en que la energía y la magia se sienten de manera diferente.
Hoy en día solo los practicantes de la religión wiccana lo recuerdan.
Pero además entramos en el mes de las estrellas. Desde mediados de julio, si miramos al cielo, podemos ver la estrella Sirio, la cual desaparece durante el día y solo es visible durante una hora, justo antes del amanecer. Es la más brillante de nuestro sistema solar.
Los antiguos egipcios la llamaban Sothis y señalaba el inicio de la estación de inundaciones, una época de fertilidad y buenas cosechas. Tan importante era que su calendario se estructuraba en base a la aparición y desaparición de esta estrella, que se volvía invisible en invierno.
Y ahora nosotros solo tenemos que mirar al cielo para verla brillante y hermosa.
Y mientras aprovechamos el veranito para escapar al campo para ver con más claridad el manto de luces que brilla en la noche de agosto, podemos esperar con expectación la noche del 11 de agosto y la lluvia de las perseidas.
Miles de estrellas fugaces cruzarán el cielo dispuestas a cumplir nuetsros sueños.
He aprovechado el día para hacer algunos quehaceres y salir con mi amiga de toda la vida a la busca y captura de un batido.
Como muchos sabeis trabajo en un restaurante. Un lugar mundano como cualquier otro por el que se pasea una curiosa fauna que algún día merecerán una entrada propia. Hoy no parecía diferenciarse del resto de los días. Algo de rutina, cansancio acumulado y ninguna sorpresa inesperada.
Pero rondando las diez y media de la noche se ha producido un pequeño tumulto en la sala de la planta de abajo.
Una de mis compañeras ha subido horrorizada diciendo que algunos clientes se habían levantado de las mesas histéricos porque habían encontrado una rata paseando por debajo.
Sé que no debiera reirme por tal calamidad, pero me imaginaba la escena y cuánto menos esbozaba una sonrisa maliciosa.
Yo quería ver al culpable de tal alboroto.
Cuando he bajado a la sala de personal, caminando entre mis asustadas compañeras, he llegado hasta una silla donde reposaba una cajita de cartón.
- Está dentro. Jose Miguel la encerró ahí ¿deberíamos matarla? - me dijo una de ellas.
¿matarla? a veces me escandaliza como hay gente que utiliza palabras tan crueles con tanta ligereza.
Dispuesta a encontrarme al demonio encerrado en aquella caja, la he abierto. Y cual ha sido mi sorpresa cuando he descubierto a un pequeño y adorable ratoncillo que no debía medir más de 6 cm. Tenía un pelaje gris y suave, un hocico respingón y unos mofletillos adorables. Trataba de trepar asustado, moviendo sus ojitos hacia derecha e izquierda, con sus patitas menudas.
Me miró pidiéndome ayuda y me decidí a adoptarlo.
- Me lo llevo a casa.
He ignorado las miradas incomprensivas de mis compañeros que me han negado un miserable trozo de queso y me he echado la caja debajo del brazo.
Me he ido andando hacia el tren con mi nuevo amigo, entablando una divertida conversación por el camino, preguntándole qué nombre le gustaba más y si sería muy cruel encerrale en un terrario, o sería mejor dejarle en libertad en algún sitio seguro.
Pero cuando he llegado a la estación de Atocha algo trágico ha sucedido. Estábamos hablando tranquilamente cuando el pequeño ratoncillo ha empezado a tener unos extraños espasmos, le costaba respirar y movía las patas de una manera rara. Finalmente, ha arqueado el cuerpo y la cola y he visto como soltaba un último y prolongado suspiro antes de caer muerto.
Seguramente alguno de los clientes debió pisarle porque ví que tenía la colita rota.
Y allí me he quedado un rato mirando al animalito que hasta hace bien poco correteaba feliz entre las mesas.
Seguramente su imprudencia se debió a alguna apuesta entre hermanos ratones que le desafiaron a abandonar su hogar y buscar aventuras entre esos gigantes.
Nunca había visto morir a nadie, ni siquiera un animalito. Había visto algunos muertos, pero no ese instante en que se les escapa la vida por la boca.
He levantado la vista y la gente seguía caminando tan tranquila ajena a aquella pequeña desgracia.
Pensaba en que había muerto solito y lejos de sus seres queridos, encerrado en una caja y sin la dignidad de la soledad, siendo observado por una extraña.
Estoy contenta. Nunca me hubiera imaginado que algunos de mis absurdos hobbies pudieran tener algún interés para alguien. Y cual ha sido mi sorpresa cando hoy dando un paseo por el Retiro he visto un curioso cartel. En el se anunciaba que están preparando un libro de fotografías relacionado con el parque. Entré a hablar con la chica que atendía a los visitantes en el punto de información de la Cabaña del Bosque del Recuerdo y me comentó que buscan fotos casuales, de gente leyendo, durmiendo, viejecillos sentados en los bancos, niños corriendo... le comenté entonces que yo tenía álbumes de gente anónima, que me gustaba sacar fotos a las personas sin más. Curiosamente aquella chica tenía la misma extraña afición. He quedado en llevarle algunas a ver si las encuentran interesantes. Quizás no las escojan. No soy buena fotográfa, solo una tarada con una cámara. Pero no sé por qué, me ha hecho ilusión.
Nunca he sido muy devota de mi ciudad. Reconozco que hay mucho de ella que me disgusta: su gente gritona, su suciedad, los pitidos de los coches... Sobre todo después de viajar al norte de Europa se me hace insoportable.
Sin embargo soy adicta al centro de Madrid, ese que por un lado me repele y por otro me fascina. Ver pasar su peculiar fauna por la calles es un pasatiempo estúpido pero entretenido.
Pero Madrid no solo esconde gente variopinta en cada una de sus esquinas. También esconde secretos, rincones mágicos y embrujados...
En la esquina de la Calle Conde Duque con el palacio de Liria, enfrente de ese encantador local llamado El Jardín Secreto, se levanta un edificio de nueva construcción que ocupa el espacio de la que antiguamente fue conocida como La Casa de los Duendes. Segun numerosas fuentes, ya desde el s.XVII, varios duendecillos habían ido haciendo acto de presencia a lo largo de los años, echando a sus habitantes: La Marquesa de Hornazas, el Clérigo Melchor de Avellaneda, la lavandera Perrín... Tal fue el revuelo que tuvo que intervenir el tribunal de la Inquisición, aunque no llegó a encontrar nada inusual. Hace unos años un equipo de Telemadrid se trasladó al bloque de pisos que hoy ocupa este lugar y algunos vecinos aseguraron que seguían viéndolos...O.O
También son muy conocidos los Fantasmas del Reina Sofía que se alza sobre el otrora Hospital de San Carlos. Por lo visto varios trabajadores del museo declararon haber visto fantasmas de monjas caminando por sus sótanos. Aunque hace tiempo yo anduve por allí preguntando y nadie dijo haber visto nada raro.
Uno de los fantasmillas más conocidos de nuestra ciudad es El Fantasma de la Casa de las Siete Chimeneas, actual sede del Ministerio de Educación y Cultura. Por lo visto esta casa sirvió en un momento de dado como reclusión para una hija ilegítima de Felipe II (según otras fuentes era su amante) y que murió de forma misteriosa siendo todavía muy joven. Desde entonces muchos madrileños aseguraron haberla visto caminar vestida de blanco (que tipico ¿no?, XD), de un extremo a otro del tejadillo a cuatro aguas, entre las chimeneas y cayendo de rodillas al llegar al borde de la cornisa.
A esta casa también he ido en más de una ocasión a ver si me encontraba a la adorable fantasmita, pero a mi nunca se me ha aparecido (sigh)...
También he caminado mucho entre la Plaza de los Caños y La de la Paja, sorteando la iglesia de San Andrés y bajando hasta la Iglesia de San Francisco el Grande, buscando esas entradas secretas que dicen dan acceso a un auténtico laberinto de túneles subterráneos que utilizaban los judíos para huir cuando se veían perseguidos.
Pero de todos los entes curiosos y extraños de mi ciudad a mí los que me imponen respeto son los del metro de Tirso de Molina. Por lo visto esta estación se construyó en el mimso lugar donde se asentaba el Cementerio del Convento de Nuestra Señora de la Merced. Y al más puro estilo poltergeist, los constructores decidieron mover las lápidas pero no los cuerpos.
La gente murmuraba que se oían lamentos y susurros en los ándenes y en el interior del túnel, asi que yo toda curiosona me fui para allá un día con mi cámara y mi trípode. No tardó mucho en aparecer un guardia diciéndome que no se podían hacer fotos en el interior del metro.
- ¿como?... mucha gente hace fotos en el metro... - Sí, pero no a nivel profesional, para eso hace falta un permiso. - No soy profesional, solo estudiante, estoy haciendo un trabajo sobre el Madrid Mágico, he oido que aquí hay fantasmas.
Pensé que se reiría pero no lo hizo. De hecho su cara despertó más mi interés. Entablámos una entretenida conversación al final de la cual (y he de decir que parecía avergonzado de su confesión) me dijo que ni él ni su compañero bajaban a los ándenes después de las 00.00. Se comían su bocata en la garita y por muchos ruidos que oyeran no salían, porque en muchas ocasiones habían oído gritos espeluznantes sin haber allí nadie. La historia no me dió miedo, lo que me asustó fue su expresión... Yo no he oído nunca nada. Tengo una amiga que vive en esta Plaza y me he bajado en esta parada en muchas ocasiones. Y si oigo algo raro, prefiero pensar que es mi subconsicente.
Por cierto... ¿quién se apunta a hacer una excursión nocturna al Pueblo de Alamin? está aquí en Madrid y dicen que está encantado...
Me gusta el veranito, las terracitas, el frescor de los parques, las noches con copas de vino y música jazz.
Hace poco supe que una persona que me lastimó mucho en su momento ha acabado en la cárcel. 12 años. No quiero alegrarme, pero lo hago.
Otra que me hizo la vida imposible, murió. De esto no me alegro, pero no siento pena.
Sin embargo estoy convencida de que el tiempo es un gran aliado y pone a todo el mundo en su sitio. Tengo fe en ello, y por eso dejo las venganzas y el odio gratuito a la justicia divina. Esa que no existe, pero de vez en cuando aparece para cumplir su misión.
Últimamente no estoy nada creativa. Mi autoestima se viene abajo por cualquier tontería, pero en el fondo todos somos como la luna. Si hoy es menguante, mañana será creciente. Y en algún momento seremos Luna llena.
Me consuela saber que en el fondo todos sentimos y padecemos los mismos altibajos. No conozco a nadie que sea 100% feliz todo el año. Sin embargo lo que más me fastidia es poner a prueba mis principios, porque en los ataques de ira es cuando más se tambalean.
Soy frágil, soy un ramita que se doblega, una mirada ausente, soy luna menguante.
Pero ya es mañana y soy fuerte, soy indestructible, soy una armadura de acero, soy luna creciente.
Ya queda menos para la luna llena ;P
Feliz 18 de julio de 2009. Un día único e irrepetible en la historia.
Me llama mucha la atención la enorme cantidad de artículos, reportajes y comentarios positivos que proliferan como setas en los últimos días sobre la figura de Michael Jackson. ¿me he perdido algo o hasta hace unos días este hombre era vilipendiado y asaeteado como un engendro de la naturaleza, pedófilo y derrochador?
Cierto, me olvido de algo. Está muerto.
Nunca se hizo tan evidente la frase de “si hablan bien de ti, es que has muerto”. Ahora todo el mundo glorifica sus labores benéficas, que fueron muchas, y los periodistas pasan de puntillas sobre las declaraciones que desmienten aquello que fue una gran noticia en su momento.
Y creo que esto sucede porque la gente se siente más cómoda cuando se ve unida por las desgracias. Nos encanta el morbo, el sufrimiento ajeno y pensar que se ha perdido a una gran persona nos afecta más que si lo ha hecho una mala.
Me indigna (y asusta) esta manipulación informativa a la que nos vemos sometidos de continuo. Son los medios los que deciden nuestra vida, nuestros gustos, nuestra ropa, nuestros ídolos, nuestras ambiciones…
En el fondo me equivoqué al plantear uno de los puntos de mi programa electoral, y muy a mi pesar darle la razón a Young Guns. No, no somos animales. Ya no lo somos. Hemos perdido esa inocencia y ese instinto natural. Nos hemos contaminado y nos hemos convertido en nuestra peor invención.
En mi mundo será de ley… volver a ser salvaje.
Y quizás en añoranza a nuestros instintos más primarios, hoy os regalo una de mis fotografías favoritas:
Es obra de un gran fotógrafo llamado David Burnett y fue tomada en 1984 en el Campamento de Korem, Etopía. Me conmueve hasta la médula, por mucho que la miro nunca me canso. Nunca el amor de una madre se había hecho tan evidente en una foto, sin una palabra…
Me parece muy curioso que haya gente que pueda sufrir miedo irracional a algunos objetos, situaciones o seres vivos… pero como todo en la vida, lo que somos es consecuencia de todo lo vivido.
Las fobias siempre vienen provocadas por una mala experiencia con el objeto de nuestro temor. Pero hay algunas que cuánto menos me han hecho reír.
Como puse en el post anterior, la Coulrofobia es bastante común, aunque no por eso menos rara. Se trata del miedo a los payasos. Lo curioso es que se ha multiplicado por diez en los últimos años, y esto se debe a la película It basada en la novela de Stephen King, y que trata sobre un payaso asesino.
He encontrado este vídeo sobre una mujer que sigue una terapia para superar esta fobia. Pobrecita, que ataque le da cuando ve entrar al pobre payaso…
Lo más curioso es que hay muchas personas que sufren de coulrofobia que al mismo tiempo tienen fantasías sexuales con ellos, por esa extraña asociación que se tiene del placer y del dolor.
Relacionadas con los traumas de mujeres con el pene masculino existe la Aulofobia (miedo a las flautas)… jajaja…. Perdón… o la Consecotaleofobia, miedo a los palillos chinos… asi como cualquier objeto de aspecto fálico. También hay hombres que sienten miedo a lo que piensen los demás de que tenga su pene erecto, se llama Ityphallofobia.
Quizás estos mismos Ityphallofóbicos son Eurotofóbicos, miedo a los genitales femeninos, o Caliginefóbicos, a las mujeres hermosas.
Otras curiosas son la Araquibutirofobia (bastante más común de lo que podais creer) y que se trata del miedo a que las cáscaras de los cacahuetes se te claven en el paladar. Estos en el Rib´s deben de flipar…
Los Anablefóbicos son incapaces de mirar hacia arriba y los Dextrofóbicos tienen miedo a todo lo que se encuentra a su derecha, así que siempre se tienen que estar cambiando de sitio.
Lo que si me parece una faena es ser Omfalofóbico, es decir, que te den miedo los ombligos, hasta el tuyo. Es más entendible la Penterafobia, miedo a las suegras o la Coimetrofobia, miedo a los cementerios.
Me ha parecido super graciosa la Hippopotomonstrosesquipedaliofobia, que es el miedo a las palabras largas. Porque me imagino la cara del paciente a la hora de darle el diágnostico…
Sin embargo de todas ellas las más curiosas me parecen la Cobalfobia, miedo al número 555 (¿????) y sobre todo la Tetrafobia, miedo al número cuatro.
Y lo que me parece realmente curioso de la Tetrafobia es que está extendidísima en Asia, sobre todo en China, Japón, Corea y Taiwan. Tanto es así que hay muchos edificios que carecen de esta numeración en sus plantas. Los días 4, 14 y 24 están excluidos de las celebraciones importantes y el simple hecho de estar en el número 4, 44 o 404 de una calle hace caer en picado el valor de una casa.
Y esto se debe a que el número cuatro en estas lenguas se pronuncia Shi (o Sha en coreano), y aunque se escriba diferente, suena igual que Shî, que significa muerte.
Y ya se sabe que en muchos casos supersticiones y fobias van de la mano.
En verdad casi todo el mundo sufre algún tipo de fobia, por lo visto se calcula que la mitad de la población mundial tiene alguna, por pequeñita o leve que sea… Yo confieso ser algo Cinofóbica, porque los perros me dan auténtico miedo, si son pequeños los aguanto, pero los grandes me dan pánico. Y no puedo cruzarme con uno por la acera, tengo que cambiarme… aunque no me pongo a gritar ni a patalear en el suelo (a no ser que se me eche encima, ahí directamente me da un infarto).
También hay obras de música clásica que me crean ansiedad y me dan miedo y no sé por qué. Si las escucho me entra el pánico y me echo a llorar (no os riaís), como por ejemplo Madame Butterfly de Puccini.
Lo curioso es que encontré un blog de un chico al que le pasa lo mismo. ¿No es genial cuando compartes tus rarezas aunque sea con una persona? eso te... hace más normal...XD
Mi madre sentía auténtica devoción por estos personajes y pronto aprendí a diferenciar todas sus variantes: Arlequines, Pierrots, Trombos, Augustos, Vagabundos, Payasos de Soireé…
A mi alrededor pululaban toda suerte de muñecos de trapo, cuadros, cajitas, figurillas… todos con sus caras pintadas y sus trajes de colores.
Recuerdo en especial un Augusto con Pelota hecho de cristal de Murano que mi padre le trajo de Italia dos años después de haberse divorciado. Siempre tuvo un lugar especial en las baldas del salón.
Pero un buen día los payasos empezaron a desaparecer y la casa se quedó descolorida, cubriéndose las estanterías y las mesillas de polvo.
La alegre afición de mi madre se fue archivando en una caja de cartón y aún hoy dormita sucia y abandonada en algún recoveco del cuarto trastero.
Sin embargo de todos aquellos payasos, solo uno sobrevivió a la emigración forzada. Un cuadro melancólico y desazonador obra del pintor Bernard Buffet y conocido como El payaso triste.
Es la única decoración de las paredes que una vez fueron blancas y mira inquietante al salón lleno de polvo.
A veces pienso que cada caracola que entra en mi casa es un payaso que no acaba en una caja.
Internet tiene un peligro bastante significativo para los gatitos curiosos… y es que empiezas buscando como se escalfa un huevo y acabas leyendo sobre el mundo de las corrientes marinas o sobre como se planta la hoja de coca en las altiplanicies andinas.
Una cosa te lleva a otra, y nunca sabes donde parar… y así es como el comentario en la cena del pasado viernes de mi querida Mª Araceli del Pompillo ha derivado en una absurda investigación sobre el increíble e inesperado mundo de los cementerios.
Tengo que reconocer que me llamó mucho la atención cuando me contó que un amigo suyo había encontrado no sé que cosa en un cementerio de señales… ¿un cementerio de señales? ¿pero eso existe?
Pues parece ser y no solo de señales, sino también de puntos kilométricos, de barcos, de aviones, de molinos de viento…
Sin embargo el que me sigue llamando la atención es de las señales… ¿Qué tipo de señal has de ser para que se te considere digno de reposar en tan curioso lugar? ¿Qué pasa si eres un semáforo? ¿un semáforo es una señal de tráfico?
Según el código de circulación es una señal luminosa… si no te está permitida la entrada… ¿tienes una señal de stop que te detenga? ¿o te ceden el paso y te indican la dirección obligatoria para este tipo de cachivaches?
Otra cosa que me fascina de los cementerios ordinarios son los fuegos fatuos ¿alguien ha visto uno alguna vez?
Por lo visto son unas luces muy curiosas que aparecen sobre las tumbas. Durante tiempo se pensaba que eran las almas de los difuntos que salían de su reposo bajo tierra para caminar entre los vivos. Pero al igual que con mis maravillosas caracolas y sus llamadas desde el fondo del mar, un científico tonto ha querido darle una explicación más mundana: Por lo visto se debe a una inflamación de ciertos gases que desprenden los animales y vegetales en estado de putrefacción. Son pequeñas llamaradas que se mantienen flotando en el aire y a veces oscilan y retroceden.
Yo quiero ver un fuego fatuo, nunca he visto uno… ¿alguien se viene a un cementerio a buscar fuegos fatuos?... tiene que ser algo rechulo…
También me he decepcionado un poco al leer que los cementerios de elefantes son un mito. A mí eso de que eran animales que iban siempre al mismo lugar a morir, me parecía que tenía algo de melancólico y romántico. No sé. Tenía su gracia.
Ahora dicen que no tiene nada que ver con la famosa “memoria de elefante” sino que se debe a que viajan en manadas y mueren por falta de agua o azúcar en la sangre y no sé que historias… que la verdad no me interesan…
Yo prefiero creer que todos andan su marcha fúnebre con la cabeza alta esperando encontrarse con sus ancestros y que guardan su secreto celosamente para que despiadado cazadores de marfil no les descuarticen el esqueleto y que cuando pasa un tiempo se convierten en un fuego fatuo que caminan sobre cementerios de señales, barcos, aviones…
En mi búsqueda me he encontrado algunas imágenes de señales muy curiosas:
Esta la tenía que poner por que me ha hecho mucha gracia: XDDDD
¡Peligro! ¡Dragón suelto!... yo veo esto en la carretera y me muero..
Cuando era pequeño le pedía todas las noches a Dios una bicicleta nueva. Después, me dí cuenta que Dios no funciona de esa manera. Así que robé una y le pedí que me perdonara.